El jueves 16 de junio, hacía dos meses justos del fallecimiento del papá de Analía, Anabella, Paulo, César, Miguel Ángel y Sebastián Ledesma. Ese mismo día a alguno se le ocurría incendiar la bóveda donde descansan los cuerpos de la familia.
“Mi hermana hace catorce años que falleció, mi mamá cinco y medio, y mi papá dos meses. Justo la fecha coincide con el fallecimiento de mi papá… no sabemos qué pensar. Hace pocos meses habíamos puesto la puerta nueva, porque a la anterior le habían roto el blindex. ¿Cómo hay gente tan enferma para hacer algo así?”. Anabella, la hermana de Analía (la joven-niña secuestrada, golpeada y asesinada al volver del boliche) se expresa de esta manera, con repudio, impotencia, incertidumbre y cansancio. Cansada de vivir de esta manera, cansada de que sus hijos y sus hermanos no puedan descansar en paz, cansada de sufrir y ver sufrir, y de que esto no se termine nunca.
Con la quema de la bóveda, ellos llamaron a la policía, quien enseguida debió llamar para realizar el peritaje correspondiente, ya que había marcada una clara intención, y no había sido un mero accidente.
Los involucrados en el asesinato de su hermana, están todos en libertad y viven en Baradero, menos el autor intelectual del hecho que aún sigue preso. “De tener una pena de reclusión perpetua, pasaron a estar en diez años sueltos, con eso del dos por uno y buena conducta en la cárcel. Es legal, las leyes lo permiten”.
De pensarlo se me pone la piel de gallina, al imaginar que alguien de la familia tenga que cruzarse con quien colaboró en matar a su hermana, prima, tía querida.
Para quien no recuerda o no conoce el caso, se lo traemos a la memoria: en la madrugada del cinco de octubre de 1997, apareció en una zanja, el cuerpo de Analía Ledesma de tan solo catorce años. La joven había salido a bailar esa noche y un grupo de cinco hombres la secuestró, la golpeó salvajemente y la dejó tirada, agonizante. Dos días después falleció. Marta Mangini de Ledesma, su mamá, había denunciado a su cuñado por tráfico de estupefacientes. La venganza fue terrible, tres días antes, un llamado telefónico las alertaba: “cuando salgas te vamos a matar”. Y así fue.
Hoy en día, casi todos los involucrados están sueltos y andan por las calles de esta ciudad. La familia Ledesma sigue sufriendo daños, como la quema de la bóveda donde están sus seres queridos.
Pero a la noche, cuando duermen, los intranquilos, creo, que son los otros.
Comentarios de Facebook