Se cumplieron cien años de uno de los delitos más importantes de la historia del arte mundial. Pese a que el señalado como culpable, un obrero italiano, fue encarcelado, ahora resuena el nombre de un alemán. Entre los sospechosos estuvieron Picasso, Apollinaire y hasta un argentino
El 21 de agosto de 1911, el cuadro de Leonardo da Vinci, el más visto de la historia, desapareció del Museo del Louvre. Años después fue recuperado en Florencia, pero jamás se supo por qué había desaparecido.
El autor material del robo fue el obrero italiano Vincenzo Peruggia, quien había trabajado para el famoso museo y aprovechó tal situación para conseguir el lienzo. Fue detenido cuando intentaba vender la obra de arte al anticuario Alfredo Geri. Una vez preso, aseguró que había actualo solo, de acuerdo a lo publicado por el diario español El Mundo.
Sin embargo, hace poco se supo que las cosas no fueron tal como las declaró el obrero. El historiador de arte y periodista Jerome Coignard descubrió, en el marco de una investigación para conmemorar el centenario del robo, que un alemán había participado de la operación: Otto Rosenberg habría sido el ideólogo.
En 1915, la Justicia había sospechado de Rosenberg, quien permaneció por un tiempo bajo vigilancia del Ministerio de Asuntos Exteriores. Fue descripto como un «ladrón habitual de pinturas y tapices, bien relacionado en el mundo de los artistas, además de proxeneta y traficante».
Pese a que «se considera que estuvo relacionado con el robo de la Mona Lisa», nunca fue completamente afirmado, quizá hasta ahora. Otto habría comprado a Peruggia para que no lo delatara.
Entre otros de los sospechosos de la época figuraron el poeta francés Guillaume Apollinaire y el pintor español Pablo Picasso, dado que eran críticos de los museos y el arte oficial. Mientras que el poeta fue encarcelado en la prisión de La Santé de París, el pintor sólo fue interrogado por la Policía.
Además, en su momento se habló de un argentino, el supuesto aristócrata Eduardo de Valfierno, quien habría encargado seis copias del cuadro a un falsificador para luego con ellas estafar a quienes quisieran comprar la, sin saberlo, falsa obra.
Infobae.com
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