“A partir de la hora cero del día lunes, el comisario Franzoia fue relevado de la jefatura comunal y no tiene retorno a Baradero”, con esta frase, el jefe de la departamental San Nicolás comisario mayor Hugo Prado; anunciaba la salida definitiva del polémico comisario.
Raúl Franzoia, llegó a la comisaría de Baradero, casi al mismo tiempo que la ciudad exigía la salida del por entonces capitán Romera y medidas de seguridad mas firmes después del homicidio del agente penitenciario Dumbsky.
Con la ida de Romera, llega Oscar Gómez quien se convierte en jefe de la policía comunal y deja a Franzoia como titular de la comisaría.
Con el paso del tiempo, Franzoia comienza a ganar más enemigos que amigos.
Podemos recordar entre otros confusos episodios; los que tuvieron como protagonistas a Domingo Morales, la nieta del “Chango” Bitar, el deportista Gustavo Arce, cuatro changarines que fueron detenidos en plena plaza Mitre como si fueran delincuentes, entre otros.
Todos coincidían en la violenta manera de proceder en los operativos y así lo denunciaron.
Así llegamos al 21 de marzo de 2010. Aquel domingo en el que el fuego consumió los sueños de una ciudad y el dolor salio a flote convertido en violencia; Franzoia entró a la escena de la manera que mas sabe.
La imagen tomada por Walter Lázaro, para la autentica Opinión, vale mas que mil palabras; envuelto en una espesa nube negra proveniente del fuego que destruía la municipalidad, caminando entre las piedras, con la itaca hacia arriba y cara de pocos amigos, Franzoia llegaba al lugar a los tiros y al frente de los pocos agentes de infantería que intentaban poner orden al caos generalizado.
La acción solo crespó mas los nervios de quienes estaban alli e increparon al comisario Gómez, quien en medio de una lluvia de piedras le ordenó a Franzoia que se retire y el se negó; desautorizando en publico a su jefe superior.
La situación fue empeorando, hasta que Franzoia entró en razones, pero decidió irse por delante de todos los manifestantes quienes literalmente lo sacaron a piedrazos.
Después de esto la mayoría de los sectores de la comunidad pidió el traslado de los dos jefes máximos, Gómez y Franzoia.
Ninguno fue relevado, Gómez se fue porque quiso y a Franzoia lo premiaron, ubicándolo como jefe de la policía comunal.
De aquel momento se recuerda la frase que pintaría su gestión: “me gusta la tolerancia cero”.
Antes de llegar al sábado pasado, recordemos que Franzoia fue denunciado por alquilarle al municipio camiones de su propiedad para la recolección de residuos, algo que el mismo tribunal de cuentas dijo ser “irregular”.
Como ocurrió en aquel triste 21 de marzo, en el que la ciudadanía venia pidiendo a gritos un cambio en la dirección de inspección; hacia ya un tiempo que la delicada situación de la seguridad generaba el pedido al intendente de un cambio en la cúpula policial.
Al igual que aquella vez, el cambio nunca llegó y lo que es peor se hace después de que una muerte así lo exige.
¿Los hechos que nos suceden son casualidades o causalidades?
Un policía que ya tenía antecedentes de abuso de armas
Un policía que procede con mano dura como su jefe.
Un jefe que no es relevado como la comunidad lo pide.
Un intendente que no escucha.
Cambiando los nombres y las situaciones, es casi un reflejo fiel de lo que nos paso el 21 de marzo y en el que perdimos dos vidas jóvenes.
¿Es casualidad o nos estamos buscando las desgracias que nos suceden?
Lo cierto es que el comisario Raúl Franzoia ya no es mas el jefe de la policía comunal y como dice el tango: “Un triste recuerdo ya pronto serás”
Dario Difalco
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