(Por R. Federico Mena-Martínez Castro).- Este día ha sido instituido como homenaje a distintos hechos y costumbres autóctonas de nuestro país, encarnadas en el Martín Fierro de José Hernández, aunque sabemos que un pueblo no tiene una sola tradición, sino que tiene multiplicidad de ellas dentro de todos los niveles socioculturales.

La tradición no es exclusiva del medio popular o campesino, sino que es abarcativa tanto a las clases altas como a las bajas, a las letradas o iletradas, aunque tampoco es puramente del folklore, pero sí constituye su meollo.

Ingresando a este plano no constituye per se la tradición por antonomasia, pero sí proviene de un origen tradicional que en sí mismo engendra un modo particular derivándose de él otros tantos. Es por eso que en justicia se ha proclamado tomando la fecha del natalicio de José Hernández, como Día de la Tradición.

Nació José en la chacra Pueyrredón, en aquellos años propiedad de su tía Victoria Pueyrredón, y sus padres fueron Rafael Hernández e Isabel de Pueyrredón, siendo bautizado el 27 de julio de 1835. Su familia estuvo dividida entre las dos corrientes políticas del momento, ya que los Hernández militaban en el federalismo y los Pueyrredón eran de franca convicción unitaria.

Sucedió que en el año 1843 falleció su madre, y al tener problemas de pecho le fue indicado cambio de clima, por lo cual su padre que era mayordomo de las estancias de Juan Manuel de Rosas en la zona de Camarones y Laguna de Los Padres, le llevó consigo para lo cual debió abandonar sus estudios. Este cambio le permitió tomar contacto con los gauchos y sus costumbres, como así también con todas las tareas que les eran inherentes.

Contrajo matrimonio en Paraná con Carolina González del Solar con quién tuvo ocho hijos, y para mantener la familia se dedicó a la compra-venta de campos y a un negocio que se llamó Librería del Plata. Como militar actuó en numerosas situaciones del país, interviniendo en las batallas de Pavón y Cepeda a órdenes de Justo José de Urquiza.

Abrazó el periodismo en el año 1856 en momentos posteriores al postrer intento de Hilario Lagos de incorporar a Buenos Aires a la Confederación. También trabajó como taquígrafo en el Congreso Nacional de Entre Ríos y colaboró en los diarios con el seudónimo de Vincha. Posteriormente fue nombrado secretario del vicepresidente de la Confederación Juan Esteban Pedenera, siendo presidente Santiago Derqui.

Realizó sus publicaciones en los diarios El Nacional Argentino, El Litoral, El Argentino, donde le tocó cubrir el asesinato de Angel Vicente Peñaloza (el Chacho), cuya cabeza fue exhibida en la plaza e Olta, La Rioja, hecho que le conmovió profundamente. También en el Eco de Corrientes, cuando comenzaba la Guerra del Paraguay, La Capital de Rosario y ya vuelto a Buenos Aires fundó El diario El Río de la Plata, posteriormente en Montevideo colaboró con el diario La Patria.

Sus obras literarias fueron entre otras:

En 1863-Vida del Chacho, 1867-Los Treinta y Tres Orientales, 1872-El Gaucho Martín Fierro, 1879 La Vuelta de Martín Fierro y en 1881 Instrucción del Estanciero.

José Hernández tenía 38 años cuando publicó la primera parte del Gaucho Martín Fierro, que constituyó su obra más celebrada y por la cual está permanentemente en el recuerdo de los argentinos.

Falleció el 21 de octubre de 1886 y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.

El gaucho Martín Fierro

El protagonista de la obra, el gaucho Martín, es un trabajador de las pampas bonaerenses, viviendo en ella con su mujer y dos hijos, cuando es reclutado forzosamente para servir en las líneas de fortines que defendían las fronteras contra la indiada que asolaba con sus malones. Debe abandonar su familia para sufrir las estrecheces y las penurias como el hambre, el frío y ocasiones el trato abusivo de sus superiores, sin recibir sueldo. Cuando decide escapar vuelve a su rancho, y lo encuentra convertido en una tapera, con el agravante que su mujer se había marchado con otro hombre y sus hijos se han separado y sin recursos hasta que decide escapar después de tres años desertando del servicio. Como consecuencia de ello comienza a frecuentar las pulperías y a embriagarse hasta convertirse en un gaucho matrero.

Dentro de la línea argumental de la obra cierta vez el gaucho Martín se burla de la mujer de un hombre de color que estaban por ingresar a un baile. Las circunstancias hacen que el resultado de la mofa termine en la muerte del negro. Posteriormente comete otra muerte, esta vez de un protegido de la autoridad, lo cual lo convierte en prófugo. Cierta noche al enfrentarse con una partida policial se defiende con extraordinaria valentía, y por esos extraños misterios de las circunstancias uno de los miembros de la partida, el sargento Cruz decide defenderlo uniéndose a él en combate, dado que no podía permitir que la partida matara a un valiente.

Los dos al saberse perseguidos huyen hacia el desierto para vivir en medio de los indios, donde acaso pudieran encontrar en ese medio un destino mejor. Allí termina la primera parte.

Esta obra ha sido traducida a más de setenta idiomas.

Algunos versos del gaucho Martín Fierro

Aquí me pongo a cantaral compás de la vigüela,
que el hombre que lo desvela
una pena estraordinaria,
como la ave solitaria
con el cantar se consuela.
Pido a los Santos del Cielo
que ayuden mi pensamiento,
les pido en este momento
que voy a cantar mi historia me refresquen la memoria,
y aclaren mi entendimiento.
Vengan Santos milagrosos,
vengan todos en mi ayuda,
que la lengua se me añuda
y se me turba la vista;
pido a mi Dios que me asista
en esta ocasión tan ruda.
Yo he visto muchos cantores,
con famas bien obtenidas,
y que después de alquiridas
no las quieren sustentar-:
parece que sin larger
se cansaron en partidas.
Mas ande otro criollo pasa
Martín Fierro ha de pasar,
nada lo hace recular
ni los fantasmas lo espantan;
y dende que todos cantan
yo también quiero cantar.
Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre-
dende el vientre de mi madre
vine a este mundo a cantar.

Las frases del Martín Fierro que hoy tienen vigencia en la Argentina

·         Al que es amigo, jamás / lo dejen en la estacada / Pero no le pidan nada / Ni lo aguarden todo de él / Siempre el amigo más fiel / es una conduta honrada.

·         Los hermanos sean unidos / porque ésa es la ley primera, / tengan unión verdadera, / en cualquier tiempo que sea, / porque si entre ellos se pelean / los devoran los de ajuera.

·         Muchas cosas pierde el hombre / Que a veces las vuelve a hallar; / Pero les debo enseñar, / Y es bueno que lo recuerden: / Si la vergüenza se pierde, / Jamás se vuelve a encontrar.

·         Un padre que da consejos, / Más que padre es un amigo / Y así como tal les digo / Que vivan con precaución / Que nadie sabe en qué rincón / Se esconde el que es su enemigo.

·         En la lista de la tarde / El Gefe nos cantó el punto, / Diciendo: «Quiniento juntos / Llevará el que se resierte, / Lo haremos pitar del juerte, / Más bien dése por dijunto».

·         Estas cosas y otras muchas, / Medité en mis soledades / Sepan que no hay falsedades / Ni error en estos consejos / Es de la boca del viejo / De ande salen las verdades.

·         Yo nunca me he de entregar / a los brazos de la muerte; / arrastro mi triste suerte /  paso a paso y como pueda, / que donde el débil se queda / se suele escapar el juerte.

·         ¡Ah! hijos de una… la codicia / Ojalá les ruempa el saco; / ni un pedazo de tabaco / le dan al pobre soldao, / y lo tienen de delgao / más ligero que un guanaco.

·         Hay hombres que de su ciencia / Tienen la cabeza llena; / Hay sabios de todas menas, / Más digo sin ser muy ducho / Es mejor que aprender mucho / El aprender cosas buenas.

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