Mataron a su hijo y su padre pidió que no haya venganza. Lo mataron por la espalda, de un escopetazo, y dijo que dejemos actuar a la Justicia. Lo mató un policía, y el padre honrada y sensatamente fue claro: “La Policía está nerviosa, nosotros estamos nerviosos, sigamos la marcha en paz, sin romper nada”.
Las palabras de Miguel Ángel Rotela salieron de un alma y un corazón desgarrados por la pérdida de su hijo Lucas. Sus pedidos, enfatizados, fueron respetados por los jóvenes que estallaron en una bronca que podría haber sido imparablemente brutal. Los amigos de Lucas se contuvieron lo más que pudieron a pesar de las primeras reacciones con roturas en la comisaría, la quema de neumáticos y las pintadas con aerosol que luego se canalizaron por medio de velas encendidas en el centro de la ciudad y una marcha en reclamo de Justicia.
Las palabras del padre de Lucas fueron la clave para que las llamas del cruel e impiadoso infierno no se propagaran otra vez por Baradero. Un Baradero sacudido y conmocionado otra vez la muerte joven, salvaje y despiadada.
Intocables tocados
En la amistad la lealtad puede ser uno de los valores que mantiene la relación. Seguir juntos, sin traiciones, pase lo que pase, siendo un grupo de amigos. Y a los amigos los elije uno. Pero cuando uno es intendente y lleva a sus amigos a dedo para compartir el poder que le delegó el pueblo, la lealtad puede jugar una mala pasada. La lealtad puede tejer ataduras contraproducentes, ensordecer y enceguecer al gobernante. El ejemplo claro lo tenemos en Baradero.
El pueblo pidió a gritos y denunció los abusos de los inspectores de tránsito. Pero el ensalzado en adulaciones tenía que mantener su lealtad con los intocables Mosqueteros porque los que critican lo hacen con intenciones políticas, porque mienten, porque tergiversan la realidad, porque en realidad está todo bien. Hasta que el 21 de marzo los pasó por encima. Todo mal. Prendieron fuego la Municipalidad, la comuna de ellos, la que el pueblo no siente como propia. Y tuvo que venir la muerte para decirle al intendente que saqué de la función pública a Scarfoni y a Panno.
Es lógico que un intendente se rodee de gente de confianza. Pero no puede elegirlos solo porque son amigos. Tienen que estar capacitados para la función pública y si no rinden es indefectible que la única opción es un paso al costado por el bien de la comunidad que tendría que estar por encima del bien propio de ellos. Cuando los amigos en el poder no se pueden sostener más el dirigente debe tener la capacidad de decirles que se vayan y aceptar que los que considera intocables a veces son tocados. La extrema lealtad da origen a la creencia de impunidad que brota de un poder que obnubila.
Sin opción
Previo al gatillo fácil que perforó la vida de Lucas la comunidad comenzó a pedir cambios en la cúpula policial y hasta algunos comerciantes, la renuncia del intendente. El viernes 11 cambiaron nombres en la Policía Comunal, pero el intendente defendió las actuaciones del cuestionado comisario Franzoia y lo dejó al frente de la Policía. Otro de los intocables. Su amigo policía no podía perder el cargo máximo. El sábado 12 murió Lucas luego de recibir un escopetazo por la espalda disparado por el oficial Kapp, un policía que estaba siendo investigado por Asuntos Internos pero que seguía en la calle portando un arma.
A Carossi no le quedó otra alternativa que aceptar la salida de Franzoia. Aunque tengan la certeza que el intendente lo quería seguir sosteniendo al frente de la fuerza policial. Increíble. Lealtad ante todo, pero la muerte le ganó la pulseada.
Después, después, después
Las historias son distintas pero el desenlace es el mismo: La muerte.
Centenares pidieron seguridad y recambio. Pero el Ejecutivo se quedaba de brazos cruzados. En medio de ese mar de bronca, el agente penitenciario Juan Carlos Dumbsky murió al intentar frustrar un asalto. Y recién después, el intendente removió a la cúpula policial.
Murieron Miguel y Giuliana y recién después contra su propia voluntad Carossi sacó a sus polémicos amigos que como funcionarios públicos no estuvieron a la altura de sus cargos.
Mataron por la espalda a Lucas y recién después lo soltó al comisario.
¿Y la responsabilidad política del intendente? ¿Solo se reduce a ser definida en una urna? ¿Y el Concejo Deliberante todo, como contralor, no ve faltas graves? Se discutió la posibilidad de sancionar al intendente. Hoy sesionan.
En otra ocasión, en el electoral año 2005, escribí: a veces somos tan ciegos que elegimos a otro ciego para que nos conduzca y terminamos todos cayendo en un pozo.
Que mejore lo que tiene que mejorar y que no empeore lo que no tiene que empeorar.
Walter Lazaro (Periodista La Autentica Opinión y Cablevisión)
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