“Hubo dos llamados que dijeron que en Laprida al 1580 (mi casa es al 1530) habían asaltado a una señora. Nadie había llamado nada. El ladrón me dejó tirada y atada y me dijo te voy mandar a que te desaten. Y vino la policía”. Estas son palabras de Victoria Zibana, una enfermera conocida del pueblo, quien sufrió el jueves pasado a las dos de la tarde, otro asalto en su domicilio. Es la tercera vez que la asaltan.
Ella venía de aplicar una inyección, entró a su casa y le tocaron timbre. Atendió y un señor le dijo que estaba descompuesto y ella lo hizo ingresar. Cuando llegó a la puerta interna el hombre le dio un empujón y le dijo “dame la plata o te mato”. Más allá de los detalles que ella nos cuenta, y que no queremos poner de manifiesto porque son muy crueles, aquí lo que se quiere dejar en claro es que le robaron a una señora que lo único que hace es el bien, una enfermera valiosa de nuestra ciudad que no merece que se la trate de tal manera. Porque a Victoria la ataron de pies y manos, la amordazaron, la amenazaron y la dejaron ahí tirada durante tres horas hasta que ella logró avisarles a sus inquilinos lo que estaba sucediendo. Todo para robarle $200. “Cuando le di los doscientos pesos me dijo ‘esto es una cagada’ y se metió para adentro de mi casa. Me revoleó todo. Todavía no sé bien qué se llevo, pero yo tenía un cajón con relojes, un perfume, y eso ya no está. Estuvo media hora en total. Se me llevó todos los documentos personales además, y una agenda con teléfonos que yo usaba mucho”. Victoria se siente indignada. Ella dice que no le dijo a nadie, que el barrio no se había enterado de la noticia, ningún vecino estaba al tanto. Pero la policía llegó y dijo que alguien, un vecino, había realizado la denuncia.
¿Quien llamó?, ¿Cómo se enteró la policía?…
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