
Famatina
La posibilidad de poner en marcha la explotación minera a cielo abierto en el cerro de Famatina en La Rioja, ha desatado el escándalo vocinglero de los ambientalistas fundamentalistas, los pobladores atemorizados por ellos y los retardatarios que siguen adheridos a una Argentina felizmente agroexportadora y consumidora de bienes industriales importados .
Es indudable que una posición contraria a la explotación minera, que tanto promete para nuestro país y dentro de él para las provincias del Oeste y el Norte es en fondo una posición anti-industrialista y por tanto reaccionaria y antinacional. Que sea una explotación a cielo abierto, que pueda contaminar el medio ambiente o que consuma ingente cantidades de agua, son todas cuestiones técnicas a considerar y no excusas para mantenernos como un país meramente agropecuario, por más que la exportación sojera sea hoy en día –aunque no eternamente- el motor de la reactivación económica, ya que sin minería no hay industrialización o la hay a precios no competitivos.
Nada de lo dicho puede ser puesto en tela de juicio. Esto no es lo que debería discutirse. Lo realmente importante, el tema que sí debe discutirse, es ¿quién realizará la explotación y quién la controlará? Nunca hemos sido partidarios de que la explotación de nuestros recursos naturales quede en manos de las grandes empresas transnacionales. Es una ilusión neo-desarrollista creer, como cree este gobierno -cuya admnistración apoyamos críticamente- que será posible un crecimiento autónomo de las fuerzas productivas con el aporte del imperialismo en las actuales condiciones históricas. Una inversión imperialista (limitada y concreta) sólo puede tener cierto papel progresivo en el marco de una economía fuertemente estatizada y bajo un gobierno muy centralizado y que goce del apoyo organizado de las grandes masas.
Este no es el caso de nuestro país, donde los sectores decisivos de la estructura económica –hidrocarburos, siderurgia, minería, servicios, massmedias, empresas cuasimonopólicas, comercio exterior, finanzas…- continúan extranjerizados como en las mejores épocas del menemismo. No basta con atacar al mensajero –Clarín, La Nación- sino que es necesario ir de modo enérgico y decidido contra los intereses que ellos expresan, y no entregarles más poder. La gran minería debe estar en manos del Estado Nacional con control popular, democrático y técnico de las poblaciones vecinas que puedan ser afectadas. Es necesaria la creación de una gran empresa estatal de minería, siguiendo el ejemplo de YPF y YCF. Entregar la minería al imperialismo no generará más desarrollo, sino más dependencia y vulnerabilidad. (30 de enero de 2012)
Mesa Provisoria del MOVIMIENTO DE IZQUIERDA NACIONAL DE CÓRDOBA
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