
Ignacio Copani
La Lucila del Mar, 10 de febrero (Télam). El cantautor Ignacio Copani se presentará mañana por primera vez en el Festival de Baradero, en la provincia de Buenos Aires, un hecho que destacó porque, según señala, “hace unos años no podía ni pisar esos lugares”, lo que demuestra que “algo cambió” en referencia al conflicto con las patronales agrarias, que lo tuvo en la trinchera del kichnerismo.
El músico que se dio a conocer décadas atrás con canciones como «Lo atamos con alambre» y «Cuántas minas que tengo» califica su trabajo como el de un “cronista” que no se queda solo con el relato de una época.
“Me defino como un editorialista, porque yo pongo opinión en todo lo que hago. Me embarro y no tengo problemas en hacerlo. De hecho, eso me vale muchas alegrías pero también algunas broncas”, asegura.
Entre ese placer y displacer, prefiere quedarse con la idea de que es un cantante popular, “que llega a la gente” con temas emblemáticos y no con algunos “correos que me mandan y que guardo en dos carpetas: malos y peores”.
“Eso fue sobre todo en la época de la 125, y esos correos los fui archivando con la idea de alguna vez responderlos, aunque hace poco tiempo me di cuenta que no me interesaba perder ese tiempo porque no tengo odio”.
En su casa de La Lucila del Mar, en el Partido de la Costa, donde encontró hace 22 años su lugar en el mundo, Copani se prepara para el recital gratuito que esta noche dará en Villa Gesell, en la Plaza Primera Junta.
Ayer, en San Clemente, donde convocó a miles de personas, homenajeó al “Flaco” Spinetta con “Plegaria para un niño dormido”, que la “gente escuchó con verdadero amor”, cuenta.
“Estos shows en las plazas son los que más me gustan, porque me permiten devolver algo de lo que el público me dio. Son espectáculos menos vanidosos”, opina.
Con este tipo de conciertos tendrá varias presentaciones en febrero con shows el jueves 16 en Mar del Plata, el 21 otra vez en Gesell, el 22 en San Bernardo, el 23 en Mar del Tuyú, el 24 en San Clemente, además de otras presentaciones previstas en la provincia de Buenos Aires.
También continúa con un ciclo de jornadas recreativas en los Bosques de Ezeiza que cada domingo convoca a miles de personas.
Copani tiene 21 discos editados, tres de los cuales se los dedicó a River. En 1997 se quedó “solísimo”, cuenta, ya que decidió romper con las discográficas y emprender un camino propio.
“Me querían convertir en el Palito Ortega de protesta y yo no quería. Y entonces me arriesgué con la idea de que no podía ser difícil hacer lo que hacían ellos”.
A esa etapa corresponden más de quince discos, el último de los cuales es “Yo nunca me metí en política”, que tiene temas como “Cacerola de teflón”, “María Eva” y “Señor Vicepresidente”.
“Yo defino mi carrera como auténtica”, dice Copani, hijo de una cantante de coplas españolas que se hizo famosa en los años 40 junto a su hermana gemela como las “Mellizas Castilla”.
Su padre, un hombre con “conciencia militante”, lo impulsó a irse a México en 1978, preocupado porque su hijo militaba en la UES (Unión de Estudiantes Secundarios).
“Me fui en quinto año y quedé debiendo gimnasia”, dice ahora y reflexiona: “Mi viejo era ultra K antes de que existiera el kircherismo”.
En México conoció a su actual mujer, Nora, con quien tiene tres hijas y vivió un gran éxito como autor de canciones infantiles que le valieron cuatro platinos. “Cuando volví empecé de nuevo a cantar en los bares”, recuerda.
Cree que la “marca” Copani es su tema “Lo atamo con alambre”, que, dice, surgió de lo “testimonial”.
“Fue por un plomero que hizo mal un trabajo”, se ríe y enseguida destaca: “Es una letra muy sencilla, pero me apoderé de una frase que es de todos”.
Sin embargo, su mayor satisfacción es “La Marcha de River». «Todos saben lo que significa para mí, por eso mi último CD se llama Lado B”, dice ya acostumbrado a que su equipo no juegue en primera pero con la esperanza de verlo volver.
En La Lucila, el cantante tiene una actividad extra: forma parte de una tertulia K, que reúne a “compañeros y amigos».
«Las hacemos todos los viernes durante el verano y aprovechamos para debatir y pensar juntos. Si tenemos algún invitado ilustre, lo convocamos. El viernes pasado, por ejemplo, estuvo el filósofo Ricardo Forster”, amigo personal de Copani.
“Lo que me ocurre con este país que estamos viviendo algo que creí que no iba a llegar a ver. Puede parecer un lugar común, pero es así. Pienso una cosa: es un privilegio entrar a la Casa de Gobierno de esta manera, con este contexto, cuando antes entrábamos para tirar cascotes”, explica.
El cantautor dice que en algún momento dudó en acercarse tan abiertamente al kirchnerismo: “pensé que esto podía perjudicarme después, pero es super beneficioso para mí ahora. Estoy cosechando el fruto de mi honestidad. Me siento contento. Salió bien. Hay que tener aguante cuando las papas queman”, redondea.
(Télam)
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