Marzo de 2005, Jueves Santo un día normal había concluido, después de disfrutar de una cena normal, Mati como siempre sonriente y haciendo chistes, decide salir a dar una vuelta por el centro con su amigo (cariñosamente el mono). Pasaron 7 años y me acuerdo como si fuera hoy, sus últimas palabras “chau pá”, al cual respondí, “chau Matu”.
Me cuesta mucho escribir e hilvanar frases, pues esa llamada por teléfono hizo un click en mi vida.
Hoy a 7 años lo recuerdo a Mati, como lo hago todo los días a cada momento, como lo que fue: un gran hijo, un excelente ser humano, un gran deportista, un muy buen estudiante, un chico hecho y derecho, un excelente compañero, una persona sin maldad y siempre dispuesto a ayudar, sin mirar a quien y a cambio de nada, tengo muchas cualidades para describirlo, pero por sobre todas las cosa un gran amigo. Quizás por la inoperancia de algunos, la irresponsabilidad, la negligencia, la falta de respeto, la inconciencia de otro, y la desidia de esa época, fueron los protagonistas de este incidente de transito que le costó la vida a Mati.
Hoy a 7 años del hecho, me encuentro sobreviviendo con una mochila sobre mis hombros que trato día a día acomodarla como puedo, y con una herida en el corazón que nunca va a cerrar. Jamás se me borrará su voz, que hoy suena en mis oídos. Su sonrisa se dibuja en mis ojos y sus hechos en mi memoria. Fueron 18 años inolvidables de mi vida que quedarán guardados para siempre en mi corazón.
Trato de escribir como puedo, con dolor, con angustia, con un nudo en la garganta, y lágrimas. Que difícil es que entiendan algunos lo que se siente cuando te arrancan parte de tu vida, quizás no les pasó, o creen que nunca les va a pasar, quiera Dios que no les pase.
Hoy, solo quiero recordar a Mati, porque quedaron muchos amigos, amigas, docentes, familiares, que tal vez hoy lo están recordando y le están brindando un rezo para que su cuerpo descanse en paz.
Aparte del dolor tengo bronca, porque la justicia es injusta, quien atropello a Mati hoy está libre y conduciendo la misma camioneta con la que mató a mi hijo. Pero solo nos queda esperar que los jueces se las jueguen y cambien la historia, para que este asesino al volante, pague por lo que hizo.
Mati siempre te recuerdo y estas mi lado, seguiré luchando para que se haga justicia, seguiré educando, para que tu partida no haya sido en vano.
Tu papá, Hugo R. Patrenostre.
Comentarios de Facebook