Por Santiago Dezio – ¿Cómo llegó este muchacho de 37 años a meterse tan adentro del corazón del pueblo argentino en tan poco tiempo? La respuesta no es una sola. Podemos empezar desandando el camino de la televisión o quedarnos alabando y llenando de calificativos su manera de boxear. Abarcaremos los dos.
Él y su equipo dedicado al marketing y a la prensa, sabían que no era reconocido en nuestro país, salvo por los conocedores y seguidores del boxeo. Tampoco había hecho una gran campaña dentro de la Argentina, por lo que era importante vender su imagen. Y que mejor camino que la televisión.
Así comenzó el “raid” mediático en el cual durante dos semanas apareció en cuanto programa se imaginen, causando un revuelo muy pocas veces visto. Era un boxeador que hablaba como un periodista. Un boxeador que tiene fundamentos al hablar, educado, cortés y hasta ese toque de humor que no muchos dentro del
medio pueden tener denominado carisma. Hasta que llegó a su punto máximo: fue convocado por Marcelo Tinelli para “Bailar por un Sueño” y ahí trascendió todas las barreras de las clases sociales. Se convirtió en un personaje alabado por la clase baja, esa que lo siente como propio gritándole al viento: es uno de los nuestros y admirado por la clase media. La “Maravillamanía” había llegado para quedarse.
Hecha la campaña de venta y publicidad, con el pueblo argentino bajo el brazo, era el momento de utilizar los guantes, de demostrarle al argentino que no solamente era un personaje de la televisión, sino que por sobre todo, es el mejor boxeador. La pelea con Chávez Jr. finalmente iba a ser realizada. El boxeo argentino por fin tenía la oportunidad de retomar el poder en la categoría más emblemática del boxeo, esa que alguna vez Carlos Monzón había tenido en sus manos. Hasta que llegó y el resultado es el conocido por todos. “Maravilla” Martínez es el nuevo Campeón Mundial de Peso Mediano del Consejo Mundial de Boxeo.
Sin embargo, no vamos a quedarnos con el resultado ni los 12 rounds usados en vacios análisis. Sergio Martínez ha logrado lo que Carlos Monzón, Nicolino Locche y Ringo Bonavena lograron por separado. Ha hecho un “mix” o una “fusión” como quieran llamarle, de varios aspectos de cada uno, para ser lo que vemos hoy, obviamente sin esa intensión.
De Monzón, “tomo” su forma de moverse y hacer bello el arte del box. El arte de golpear y no ser golpeado. “Él, Monzón y Cassuis Clay son los únicos boxeadores que poseen la cualidad de pegar en retroceso y en ataque sin descuidar su guardia. Una cualidad que es para los iluminados”. Así define Sergio Víctor Palma, el “Maravilla” de la década de los 80, a este fenómeno del boxeo actual en el libro escrito por el periodista Hugo Biondi denominado “Con el letra de campeón, vida gloria y tragedia de Sergio Víctor Palma”.
También la forma de llevar a cabo las peleas: yendo de menor a mayor intensidad, estudiando la estrategia del rival e ir demoliéndolo de a poco con golpes certeros y de gran potencia. Pero lo más llamativo es que ha igualado o superado, depende de quién lo mire, la fortaleza mental que poseía Monzón. El boxeo no solamente son los puños ni la fuerza, sino también la mente y la concentración. Sino aquí tienen dos grandes ejemplos. La inteligencia, muchas veces le gana a la fuerza.
De Nicolino, “aprendió” a utilizar el carisma y la provocación. Esa forma de boxear que a Locche le valió el apodo de “intocable” es lo que vemos cada vez que Maravilla se sube a un ring. La utilización de la guardia baja y esa sensación de que todo lo esquiva con la cintura, hace enervar a los rivales al punto de sacarlos de quicio.
Por su parte de Bonavena, “utiliza” su manera de manejarse con los medios. Esos que lo idolatran por su victoria y que cuando las cosas sean en contra seguramente no estarán al lado del campeón. Ambos supieron entender el “juego” y fueron más inteligentes que los que viven de ella manejando a su placer todo lo que rodea la pantalla.
“Maravilla” le ha agregado a todas estas cualidades la más importante. El sacrificio. Ese que desde pequeño sacó a relucir cuando su familia necesito de él y tuvo que abandonar los estudios para trabajar junto a su padre de albañil, ese que necesitó cuando no tenía dinero y se encontraba en un país que no era el suyo viviendo de lo que podía, ese que utiliza cuando, a pesar de haber logrado la fama mundial, sigue levantándose a las 5 de la mañana para realizar sus entrenamientos diarios. Ese que un campeón necesita.
El boxeador común puede caerse, pero el campeón es el que se levanta y muchas veces en su vida a “Maravilla” le toco caerse y recibir golpes más duros que los recibidos en el último round por parte de Chávez Jr., pero el final siempre fue el mismo: Martínez se levanta.
Por Santiago Dezio – DNI: 36310793
*Agradecer al sitio Baradero te Informa por el espacio brindado y a mi profesor de periodismo grafico Hugo Biondi por los datos aportados además de las correcciones pertinentes
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