Por Agustina Carreras –Llegó la noche y Juan, como siempre, fue al baño a lavarse los dientes y las manos, cerrando y abriendo la canilla del agua caliente cinco veces, sí, exactamente cinco veces, mientras su bisabuela de 89 años lo observaba desde afuera con una mirada confusa, pero en fin, muy acostumbrada a ver una seguidilla de rituales que nacían de su bisnieto. Sólo Juan comprendía sus acciones porque renacía de su interior, de su mente plenamente obsesiva y compulsiva. ¿Por qué el número cinco? Su hermana menor tenía esa edad, y sólo abriendo y cerrando la canilla esa cantidad de veces podía “salvarla” de algo malo. Juan estaba completamente seguro que una canilla nunca salvaría a un ser humano, pero igualmente, le daba seguridad hacerlo, aunque al instante nacía en él otro pensamiento supersticioso que bastaba para que se invada su ser de culpa. Luego, salió del baño, acomodó sus zapatillas milimétricamente en el cuadrado del azulejo, se sentó en la cama y puso la alarma para ir a la facultad. Siete horas después la alarma sonó y Juan despertó, se vistió, agarró sus zapatillas, abrió la puerta de su pieza cinco veces, fue al baño, luchó como todos los días contra la canilla, desayunó y fue caminando diez cuadras hacia la facultad cruzando constantemente de vereda y venciendo sus pensamientos malos que se apropiaban de su mente, es que cruzando, él borraba los malos pensamientos, que al instante volvían a aparecer. Llegó tarde como siempre, y sus compañeros observándolo detenidamente se burlaron a carcajadas, es que, al entrar y salir del aula, Juan, con su mano derecha, tocaba las dos paredes que sostenían la puerta. Lentamente caminó hacia el lado de la ventana y se sentó en el pupitre habitual, muy triste, ya que nadie lograba entender que no se podía controlar, que debía ordenar su interior, sacar su culpa y ser una especie de “héroe” para que nada malo pase. A las 12y30 la hora de historia finalizó, y aunque su mente le pedía a gritos que toque las dos paredes que estaban al lado de la puerta, Juan se sentía humillado por la burla de sus compañeros, por ese motivo, tomó coraje y pasó la puerta corriendo e ignorando raramente las paredes, aunque cuando se encontró con las diez veredas que debía caminar para llegar a su casa, hizo su ritual de siempre. Cuando llegó a su casa fue directamente a la cocina, su bisabuela ya no estaba, y su madre lloraba desconsoladamente sobre la mesa, lo miró, y Juan a través de la mirada de su madre, comprendió todo. En su ser sólo sintió dolor y una inmensa sensación de culpa irreparable, y en su mente no había nada más que la imagen de las dos paredes del aula que, por vergüenza, no pudo tocar…
La crónica trata de un trastorno psicológico llamado conocido como TOC (trastorno obsesivo compulsivo).
¿Qué es el trastorno obsesivo compulsivo?
Este trastorno se caracteriza por la aparición de pensamientos malos, impulsos, imágenes negativas que se repiten en la mente de una manera constante. Estas preocupaciones (psicológicamente llamadas obsesiones) provocan ansiedad, duda, sufrimiento, desesperación e irritación. La persona que posee TOC es consciente de que estas ideas son productos de su mente e intenta ignorarlas, suprimirlas, calmarlas y “borrarlas” a través de la realización de actos mentales o comportamientos repetitivos (rituales) por eso, aparte de ser un trastorno obsesivo es también un trastorno compulsivo en el cual el individuo se ve obligado a prevenir estos pensamientos cumpliendo los rituales de una manera excesiva. Por eso siempre se recomienda buscar ayuda profesional.
¿A quién afecta?
Es uno de los trastornos más comunes que existen y afecta por igual a hombres que a mujeres, puede presentar sus síntomas a partir de la adolescencia, aunque también hay niños que la padecen. Entre los hombres el promedio de aparición de los síntomas es entre los 6 y los 15 años mientras que en las mujeres, se manifiesta más entre los 20 y los 29 años.
Síntomas del TOC
Obsesiones: Temor a contaminarse – temor causar daños a seres queridos – ideas agresivas – religiosidad excesiva – pensamientos prohibidos – necesidad de simetría – necesidad de decir o confesar.
Compulsiones: Lavarse – repetir una acción hasta hacerla “bien” – asegurarse de haber cerrado la puerta, de haber cerrado el agua – tocar – contar objetos hasta un determinado número – ordenar – acumular – rezar.
Bibliografía consultada para la definición de TOC:
http://www.dmedicina.com/enfermedades/psiquiatricas/trastorno-obsesivo-compulsivo
http://www.mednet.org.uy/~spu/revista/jun2002/03_to.pdf
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