Hoy por la tarde, en calle Bartolomé Mitre entre Astigueta y Jujuy, Barrio «Don Pedro», se produjo una movilización de vecinos pidiendo la expulsión de un grupo de gitanos que había acampado días atrás en un terreno de ese lugar.
Algunos de los vecinos se encargó de aclarar que no se trataba de un acto discriminatorio ya que ellos no tenían nada en contra de las familias desalojadas porque fueran gitanos, sino que la protesta se daba en razón de la serie de problemas que ocasionó al barrio la presencia de ellos.
Todo comenzó hace unos días cuando un hombre le solicitó el alquiler al propietario de los lotes, de apellido Melchiori, para afincarse él junto a un primo. Melchiori, que conocía al hombre desde hace unos tres años, consintió y pactaron el precio. Lejos estaba de imaginar el dueño que no se trataba de dos familias, sino de un grupo mucho mayor del cual no formaba parte su conocido aunque sí el mentado primo, pero acompañado de todos los demás.
El barrio «Don Pedro» está constituido por una serie de casas sencillas, propiedad de gente de trabajo. Los chicos del lugar caminan por todas partes sin ningún problema y los vecinos viven tranquilos, todos se conocen y la inseguridad es un asunto aislado. Todo cambió con la llegada del contingente gitano ya que simultáneamente a la instalación de las grandes carpas, comenzaron a suceder cosas y ya los chicos no podían salir tranquilos.
Un vecino fue tentado por los gitanos con la clásica oferta de comprarle el auto, el hombre mostró su Ford Escort, los papeles en orden y, en un momento, cuando el supuesto comprador se sentó al volante para «salir a probarlo», aprovechó que el dueño del rodado entró a la casa a buscar un documento para escaparse con el vehículo.
A las pocas horas otros gitanos, entre ellos el del cuento de comprar el auto, fueron a una estación de servicio de nuestra ciudad y solicitaron llenar el tanque de combustible del auto que tripulaban, lo que insumió $ 320. Cuando la operación de carga hubo terminado, los malhechores se fugaron sin abonar.
Las denuncias policiales no tardaron en acumularse y la bronca de los vecinos también hasta que ayer, con la presencia de la policía, que acudió al lugar al comando de los comisarios Bosc y Acosta, más la de Jorge Podestá, del Foro de Seguridad, procedió a instar el inmediato desalojo del lugar. La orden policial fue acatada por los acampantes, quienes recogieron sus cosas y se marcharon al atardecer. Antes de ellos, el propietario que había recibido dinero por el alquiler, procedió, en presencia de la policía, a la devolución del dinero percibido.
Gabriel Moretti
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