“Soy viuda, tengo 50 años, hace poco mas de tres años que vivo en Baradero, tengo dos hijos adolescentes, busco trabajo por todos lados, cuando no hay salgo a vender churros”. Nos cuenta Estela con cierto recelo cuando comenzamos la entrevista.
Ella vive detrás del Tiro Federal, no pide, no le gusta pedir, pero la vida le ha pegado duro y cada día todo se le hace más difícil todo.
Su casa es un gallinero abandonado al cual le fue agregando chapas, telas y lonas, el piso es de tierra, hay dos camas y tres colchones, uno de sus hijos duerme en el piso, una mesa y un calefón eléctrico que le regalaron y un tacho que utilizan de baño, todo en un mismo espacio.
“Estamos acostumbrados a padecer el frío, nos acostamos temprano y nos tapamos bien, así la pasamos sin estufas, sin vidrios, sin ventanas, con hendijas por todos lados. El piso es de tierra, cuando llueve nos mojamos todo, tengo que volver a lavar toda la ropa, mi casa no es precaria, es un gallinero, de verdad era un gallinero abandonado”.
Estela tiene dos hijos, la nena, una adolescente de 17 años que estudia en el colegio Berisso y el varón de 19 años con un retraso mental severo, que no cuenta con ningún aporte por discapacidad, ni concurre a ningún instituto, porque dice Estela que le exigen la pensión por discapacidad.
“Mi hijo tiene un retraso mental severo, tiene cuatro años de edad en la cabeza, actúa como un nene de 4 años y tiene 19 y para ir a una institución me piden la pensión.
Ayer lo lleve a la plaza estuvo hamacándose un rato y estaba re contento
Gestione la pensión pero ahora me la mandaron de vuelta porque dicen que faltan papeles, yo ya no insisto mas con el tema de la pensión y de la casa, vivo como puedo y sin joder a nadie”. Se quiebra, se le llenan los ojos de lagrimas y baja la mirada.
La hija de 17 años, es tímida, estudia, le va bien y le encanta leer, regresa del colegio al mediodía y se hace cargo del cuidado de su hermano, Estela aprovecha ese tiempo para conseguir el sustento diario, trabaja algunas horas como domestica en dos casas que consiguió gracias a que su historia trascendió, y cocina churros que vende por la calle.
Su mayor preocupación en este momento es que en poco tiempo se quedará sin ese lugar para vivir
“Delante de donde yo estoy viviendo van a cerrarlo y edificar, supuestamente se lo dio Carossi, no se, a mi me lo negó.
Ahora le dieron un terreno de adelante a unas personas y el otro lo agarraron, si construyen no puedo salir, quedo encerrada.
De la municipalidad vinieron un montón de veces, vinieron como cinco asistentes sociales, llenaron planillas pero la verdad que yo ya no les creo nada”.
Con 50 años, Estela dice no creerle mas a quienes deben responder en su condición de indigente con un hijo discapacitado, pero tiene la esperanza y la fuerza para salir adelante, solo pide trabajo y que el estado le de lo que le corresponde como ciudadana y no es mas de que su hijo obtenga una pensión por discapacidad y que pueda concurrir a diario a alguna institución especializada y de esta manera ella tener tiempo para trabajar.
Su historia generó un fenómeno poco usual en nuestra ciudad, movilizó a unas 500 personas que se sumaron al grupo solidario “Baradero Ayuda” que trabaja para obtener donaciones para construirle una vivienda digna.
Porque Estela es un ejemplo de dignidad, de entereza y de lucha.
Antes de que nos retiráramos de su casa nos llamó y nos dijo: Tomen esto es para que lo lleven a la radio. Era una bolsa con tapitas de gaseosas. Y agregó. Son para ayudar al Hospital Garrahan, yo se que ustedes tienen una caja grande donde las colocan, yo varias veces lleve tapitas, con lo que puedo trato de ayudar. Gracias por venir.
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