La Avenida del Trabajo es muy poco conocida por ese, su nombre, en nuestra ciudad. Salvo aquellos que viven por la zona, los carteros, claro, y algunos pocos más, la conocen así; no obstante, una vez que se la identifica, todos saben de qué calle se trata.
Es la callecita que nace en la Avda. San Martín a la altura del anfiteatro municipal y que va hacia la zona del río hasta encontrarse con la calle Serrano donde se termina en la práctica aunque no en los planos que la proyectan como una diagonal que llega hasta la costanera Almirante Brown.
Esta presentación un tanto extensa, viene a cuento porque desde hace tiempo, la mencionada Avenida del Trabajo podría más bien ser denominada Avenida de la Oscuridad o quizá, para no cambiar tanto, Avenida del Trabajo que da iluminarla.
Cuando por las noches se transita por la bajada de San Martín, al llegar a la Avda. del caso no puede alguien menos que recordar un verso de la letra del tango «Garúa» de Enrique Cadícamo: «Parece un pozo de sombras la noche».
Hace un tiempo, en una decisión acertada, la comuna construyó una vereda para facilitar el tránsito de quienes descendían o subían por ese lugar, pero ahora quienes usen esa senda en horario nocturno, deberían hacerlo provistos de una linterna ya que la única luz que reciben es la que proviene de los focos de San Martín y que, a medida que se desciende, va perdiendo su intensidad, con el agravante que, la única luminaria que podría ayudar y que se encuentra en la Plazoleta de los Inmigrantes, tiene sus dos focos inútiles.
Es de imaginar que los reclamos han sido muchos, pero que hasta el presente han sonado en los oídos inadecuados por lo que es de desear que estas líneas tengan distinta suerte y sean leídas por quienes deben ocuparse de resolver la desagradable situación.
El Diario de Baradero
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