Texto escrito por Julián, en homenaje a las maestras, que fue publicado en BTI el 16 de marzo de 2009 y hoy lo rescató su hermano German, lo publicó en Facebook y nos pareció bueno hacer lo mismo, rescatarlo y volverlo a publicar.
Cosas que (me) pasan
En el extremo superior derecho de mi cuadernillo nuevo escribo: “Lunes 16/03/2009”. Lo acabo de comprar en la puerta de la facultad, junto con la lapicera negra, que espero no perder durante este cuatrimestre. Hoy empiezo, una vez más, las clases. Es la vez número veinte que arranco el año lectivo. Un número redondo, que recién descubro. ¡Qué sorpresa! Algunas cuantas cosas han cambiado desde la vez número uno, allá en el jardín cerca de casa, el 903, con la señorita Nora. Pero hay cosas que siguen intactas. ¡Qué sorpresa! La ansiedad por iniciar un nuevo año, las expectativas, la curiosidad por conocer a mis compañeros, a mis profesores, conocer gente nueva, reencontrarme con algunos ya conocidos, volver a transitar esos pasillos, esas aulas, que a pesar de no ser lo que deberían ser, tiene su encanto.
Lejos quedaron aquellos años en los que preparaba mi mochila con casi tres días de anticipación y los días en los que con mis hermanos y primas nos sentábamos entorno a mi abuela que nos preparaba cuentas y dictados para que nuestro retorno a clases no nos sorprendiera “fríos”, pocos duchos con lo que había que saber. Mi abuela era docente jubilada, de esas que habían dejado el aula pero que nunca dejaron de ser maestras. Con ella hacíamos los deberes, todos juntos en la mesa larga de la cocina. Y una vez crecidos, cuando ya no necesitábamos más que nos lleve la mano para enhebrar una a una las letras y así formar palabras, era fuente de consultas varias y siempre recurríamos a su biblioteca donde estaban todas las respuestas. Sabía exactamente donde estaba cada uno de sus libros. “En la hoja del medio, tercer estante a la izquierda, es el tercero o cuarto, tiene lomo verde con letras blancas. Traémelo que lo vemos” ¡Qué sorpresa! Ahí estaba, tal cual como ella lo había dicho.
¡Cómo cuesta arrancar! Uno esta, como se diría en el futbol, “duro” y eso es producto de que no hicimos el trabajo de “pre-temporada”. Y hay que retomar el ritmo para tomar apuntes y ni les cuento para leer los textos para estudiar.
Días antes de este 16 de marzo de 2009 hablé con mi tía Carmita, compañera muchos años de mi abuela en su función docente. ¡Qué sorpresa! juntos nos dimos cuenta que el mismo día que yo iniciaba mis clases, hacía cincuenta años que mi abuela Susana, mi tía Carmita junto a María Adelia Daubian y Zulema Casas iniciaban las clases en lo que hoy es el colegio Fray Luis de Bolaños. Mi abuela siempre me contaba que junto a Carmita había sido maestras fundadoras de ese colegio, pero nunca me había dicho la fecha de tal acontecimiento. Esto era tema de conversación cada vez que salíamos a hacer mandados con ella y por la calle la paraban para saludarla y una vez que quien la saludaba se iba nos decía: “¿Viste ese hombre que me saludó? Bueno, ese fue alumno mío”. La anécdota se repetía una y otra vez. Claro que a veces planteaba variantes muy divertidas. Como cuando la paraban y le decían: “¡Sra. Susana! ¿Se acuerda de mi?” Y ella con una sonrisa lo miraba y decía “¡Claro que si! ¿Cómo andas? ¡Tanto tiempo!… ¿Este nene es tu hijo?… ¡Mira qué lindo y qué grande!”. El joven en cuestión me miraba y me decía: “Tu abuela fue maestra mía”. Ella aseveraba esto. Se despedían y pasaba un rato, caminábamos un poco y nos mirábamos con cierta complicidad. Nos reíamos y yo le decía: “No te acordás ni a palos quién era, ¿no?”. Ella se sonreía, como quien es descubierto en alguna picardía, y confesaba “Y…la verdad es que no”.
Otras veces pasaba que cuando la saludaban y mi abuela empezaba diciendo “¿Viste ese chico que me saludó?…” ‘Sí, ya se…fue alumno tuyo”.
Mi tía Carmita me sumó datos al recuerdo de la fecha en que junto a mi abuela iniciaron las clases en el colegio Bolaños. Mi abuela y ella fueron compañeras por más de diez años. Siempre en el Bolaños. “Todos los días caminaba hasta la esquina de Anchorena y Malabia y Susana me pasaba a buscar por ahí y juntas íbamos a la escuela”. Dice que aquel primer día, como hoy pero cincuenta años atrás, fue lluvioso y arrancaban las clases distribuidas de la siguiente manera: Mi abuela, Susana Tapia, estaba a cargo de Primero Inferior; ella, María del Carmen Avendaño (Carmita para todos) a cargo de Primero Superior, María Adelia Daubián de Segundo y Zulema Casas estaba a cargo de Tercero y de la Dirección. Y con un “puñado” de alumnos arrancaron la historia del Bolaños en esa vieja casona donada por la familia de Don Santiago Ferrari a la Obra Educativa Parroquial.
Carmita no para de acordarse de anécdotas divertidas con mi abuela. Me cuenta una que trataré de reproducirla lo mejor que puedo. Les sucedió en ocasión de la visita de la inspectora. Resulta que sus aulas eran contiguas y que en la pared que las dividía habían estado trabajando albañiles que no habían terminado de cerrar un hueco que comunicaba un aula con otra. A ellas se les ocurrió provisoriamente “taparlo” con unas láminas. Mi abuela al enterarse de que iba a venir la inspectora, se asoma a esta “ventana” que tenían corriendo la lámina del aula de Carmita para darle aviso pero ella ya estaba enterada de la visita. Tenía a la inspectora en el aula revisando el cuaderno de los chicos. ¡Qué sorpresa! “La desesperación fue doble. En primer lugar rogaba para que la inspectora no agarrara el cuaderno del menos prolijo y en segundo término para que no descubriera a Susana asomando sus rulos por la pared”. ¡Me lo cuenta y me parece verla!
Sacando cuentas me doy “cuenta” de que mi abuela y Carmita tenía más o menos mi misma edad al iniciar su labor docente en el Bolaños.
¡Qué sorpresa! ¿Qué habrá pasado por sus cabezas al tener el aula llena de chicos a los cuales tenían que empezar a darles sus primeras “armas” para enfrentar su futuro? ¿Pensaron en esto o quizás simplemente disfrutaron del momento de dar rienda suelta a su vocación sin plantearse estas cosas?…
Debo dejar de escribir esto, el profesor acaba de entrar al aula y con él el resto de mis compañeros. ¿Qué sorpresa me traerá este 2009? Ya lo veremos…Por lo pronto me trajo esta feliz coincidencia, para mi, del inicio de clases mío con el aniversario del inicio de clases de mi abuela y Carmita en el Bolaños.
Nota: Va dedicado a TODAS Y CADA UNA de las MAESTRAS que pasaron por mi vida…y obviamente para mi abuela y para Carmita.
Julián Villanueva
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