Aniversario de la batalla de la Vuelta de Obligado
La batalla comenzó temprano, hacía muy poco que había salido el sol y, aquí cerca, en la Vuelta de Obligado, donde el Paraná se estrecha en la medida que el general Lucio Mansilla estimó suficiente, se tendieron las cadenas sostenidas por barcazas, en un intento de dificultar la marcha de la poderosa flota anglo-francesa que, a pura fuerza y desconociendo las leyes de una nación soberana, remontaban las aguas del río intentando comerciar con las provincias litoraleñas por su cuenta y medida.
La historia de la épica batalla ahora se conoce, pero allá por los años 70, cuando Alfredo Cossi, por entonces regente de la Escuela Industrial de Baradero, no era así. Alfredo, lector de textos no escritos por los historiadores del liberalismo, sabía de lo ocurrido en los cercanos parajes de Obligado y bautizó a la escuela con el nombre que hoy orgullosamente lleva, «Batalla de la Vuelta de Obligado».
Vecinos baraderenses, entre varios otros, participaron de la batalla. De nuestra población partieron junto al Juez de Paz Magallanes para ponerse a las órdenes del General Mansilla. Pocos regresaron; la mayoría dejó sus huesos en Obligado; las bajas de las fuerzas patriotas fueron muchas ya que se enfrentaban a un poder de fuego muy superior y que solamente pudo ser equilibrado en base al coraje y arrojo de nuestros soldados.
La batería que mandaba el teniente coronel don Álvaro de Alzogaray resultó la última en agotar la munición. En otra, llamada «Manuelita», al comando del bravo Thorne, una de las últimas en dejar de disparar, se lo vio a Thorne al lado de sus piezas de artillería durante todo el tiempo que ellas dispararon. Se cuenta que sus oídos sangraban y desde entonces se lo conoció por el apodo de «El sordo de Obligado». También, en un momento de la batalla, llegó hasta la flota enemiga a bordo de una pequeña embarcación y bajo intenso fuego, se aproximó a tan pocos metros que logró enlazar un cañón del adversario.
Cada aniversario contamos algo de esta batalla insigne y, aunque forzosamente debamos repetirnos, se despierta siempre el orgullo argentino por haber defendido con tanto coraje los derechos soberanos de la Argentina.
El brigadier general don Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires, estaba a cargo, por delegación de las demás provincias, del manejo de las Relaciones Exteriores y el conflicto se produjo por su decisión. el general José de San Martín, que alguna vez le manifestó a Rosas, «estando usted de por medio mi único temor es que tire demasiado en favor de la patria», tras la batalla de Vuelta de Obligado le escribe una carta inolvidable que en su párrafo más conocido dice así: «Lo felicito. Que estos invasores sepan que los argentinos no somos empanadas que se comen nada más que con abrir la boca».
GM
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