Todo acto del ser humano tiene un sentido, una razón, un objetivo.
Después del accidente, por lo menos la justicia dictaminó que así fue; en el que murieron Giuliana y Miguel, familiares y amigos, entre ellos el padre de Miguel descargaron su bronca contra el palacio municipal.
Quizás fueron ahí con las manos vacías de sus hijos pero llenas de dolor intentando buscar una respuesta, alguien que de le cara y como nadie lo hizo fueron los vidrios del edificio los primeros en recibir el escarmiento.
Lo que vino después nunca vamos a saber si fue una revuelta popular, una acción promovida por políticos opositores o una avivada de delincuentes que aprovecharon el rio revuelto, o quizás un poco de todo porque en realidad quienes comenzaron el fuego y el saqueo no eran más de una treintena de personas, pero en la plaza había más, muchos más, ciudadanos que solo miraron como las llamas hacían humo lo que a su paso encontraban y nunca intentaron frenar esta locura.
Hoy se cumplen cinco años y ya nadie recuerda esta triste noticia.
Seguramente los padres de los chicos tendrán en su memoria esta fecha por la pérdida de sus hijos y cada uno a su manera la recordará.
Pero nosotros, los vecinos de esta ciudad que vimos inertes como nuestra sociedad se quebraba al medio no debemos, no podemos, no es justo que olvidemos el 21 de marzo de 2010.
El delito como tal continua impune y ya que alguien pague por destrozar e incendiar un edificio público, a esta altura parece imposible.
Parece que la justicia también se olvidó.
Yo no me quiero olvidar, porque fui testigo y en algún punto me siento culpable.
Yo lo viví con mucho dolor, con mucha tristeza, incrédulo de que algo así pase en la ciudad que nací, crecí y seguramente voy a morir.
Por eso quería hoy recordar lo que la mayoría ya olvidó.
Hoy se cumplen cinco años de la trágica muerte de Portu y Giuliana, mi recuerdo y mis condolencias para sus padres, familiares y amigos.
Hoy se cumplen cinco años del incendio del palacio municipal, mi recuerdo y mis condolencias a un pueblo al que las llamas también les quemó la memoria.
«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir»
José Saramago
Dario Difalco
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