En una final envuelta por las polémicas, Boca derrotó 2-0 a Rosario Centra,l en Córdoba, en el Estadio Mario Alberto Kempes y se consagró campeón de la Copa Argentina.
En la previa se imaginaba que iba a ser un gran partido, no sólo porque se enfrentaban los dos mejores equipos de la temporada, sino también por el marco que rodeaba el encuentro, con un estadio repleto de hinchas que acompañaron y alentaron a sus equipos.
Sin embargo, queda claro que todo se vio opacado por el vergonzoso arbitraje de Diego Ceballos que fue determinante en el resultado del partido.
El primer tiempo fue intenso, con pocas situaciones de peligro en ambos arcos. Si bien Boca estuvo mejor en los primeros minutos, no pudo marcar grandes diferencias y con el paso de los minutos, Central logró acomodarse mejor en el campo de juego y contó con algunas situaciones de riesgo mediante la pelota parada. Tal es así, que a los 37 minutos, luego de un centro de Cervi, de cabeza, Marco Ruben se adelantaba en el marcador, pero el juez de línea vio adelantado a Marcelo Larrondo, y el gol fue anulado. Esta polémica provocó la euforia del entrenador Canalla, Eduardo Coudet, que debió abandonar el banco tras ser expulsado por el árbitro.
A los 8 minutos del complemento, Ceballos cobró una falta sobre Peruzzi, al menos un metro afuera del área, que luego Lodeiro transformó en gol. Un penal que le dio el campeonato a Boca y les quitó la ilusión a los canallas.
Minutos más tarde, Central, pudo haber igualado con un gran cabezazo de Ruben, que Agustín Orión logró tapar. A pesar de las circunstancias, los rosarinos siguieron buscando el gol, pero a los 44, cuando parecía que se terminaba el encuentro, Chávez en clara posición adelantada marcó el segundo para darle el campeonato a Boca.
Una final que no deberá quedar en el olvido, por la noche negra del arbitraje, que fue contundente con sus malas decisiones, y que en consecuencia debería ser evaluado por las autoridades correspondientes, y recibir las sanciones necesarias, para que, lo que uno espera que sea una fiesta, sea con la camiseta que sea, no se vea opacado ni arruinado por gente que no está a la altura de las circunstancias.
María Luz Fucci
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