Hay algunas señales que delatan la idiosincracia de las sociedades y luego, son los sociólogos, académicos y de los otros, que se dedican a analizar los comportamientos y su significado.
Las calles de nuestra ciudad llevan por nombre, muchas de ellas, el de los integrantes del Congreso de Tucumán que en el año 1816, declaró la independencia de las entonces llamadas Provincias Unidas del Río de la Plata. Algunos de esos apellidos son harto conocidos como los de Laprida y Paso, pero hay otros que los son menos: Juan Agustín de la Maza y José Mariano Serrano, por ejemplo, eran diputados por el Alto Perú, hoy Bolivia, que por entonces integraba el territorio emancipado de España en el citado congreso tucumano. Una de las curiosidades de la calle Maza es que siendo un representante altoperuano, medio cholo tal vez, su nombre figure, en nuestra ciudad, con doble zeta (Mazza) italianizándolo sin fundamento alguno más que cierta costumbre argentina de hacerlo. Castro Barros y Sánchez de Loria, fueron también congresales y así varios otros.
Los nombres de las demás calles de nuestra ciudad se reparten, por lo general, entre próceres y vecinos destacados, pero hay una particularidad en todo esto que es lo que se desea expresar en este texto y, para hacerlo, citaremos una lista de personas que probadamente le han prestado importantes servicios a nuestra patria: José Artigas, Juana Azurduy y su esposo, Manuel Padilla, Ignacio Warnes, Juan José Castelli, el orador de la Revolución de Mayo, Juan Manuel de Rosas, Juan Bautista Thorne, Manuel Ugarte, Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón, Raúl Scalabrini Ortiz, Manuel Ortiz Pereyra, José Luis Torres, Lisandro de la Torre, Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos y muchos otros que presentan la misma condición que se verá a continuación.
No obstante ser todos ellos destacados guerreros en la lucha por nuestra independencia, patriotas, destacados políticos e intelectuales, no tienen ni una calle en Baradero que los recuerde. Podrá decirse, con verdad, que resulta casi imposible recordar a todos, pero hay algo que es irrefutable: cualquiera de ellos debiera preceder al de Jhon Fitzgerald Kennedy. El asesinado presidente de los Estados Unidos de Norteamérica sí tiene una calle en nuestra ciudad y no se entienden, a priori, las razones de tal elección. Si se recuerda el contexto en que dicho nombre fue impuesto todo se verá más claro. La calle fue bautizada así en épocas de don Luis Emilio Jeanmaire que gobernó, de facto, sin Concejo Deliberante y a su antojo. Admirador del país del Norte, decidió que una calle llevara el nombre Kennedy y así lo hizo. Es entendible la actituid de Jeanmaire, mucho más para quienes lo han conocido, pero lo que resulta inxplicable es que hoy, tras 32 años de vida democrática, a ninguno de nuestros ediles se le haya ocurrido hacer justicia y mandar a Kennedy donde se merece y reemplazar su apellido por cualquiera de los mencionados u otro si se quiere, pero siempre teniendo en cuenta que el homenaje que se brinde sea justificado, coherente y bien argentino.
El Diario de Baradero
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