En Córdoba impulsan esta tradición del rugby para que los jugadores den una imagen que sirva de ejemplo a los más chicos. «Eso nos humaniza y quita la idea de que es algo de vida o muerte», dijo su promotor.
Un Superclásico de verano que terminó con cinco expulsados, un clásico platense también amistoso que derivó en una batalla campal con 16 jugadores sancionados y un futbolista amateur que asesinó a un árbitro porque le mostró una tarjeta roja son los últimos episodios de un fútbol argentino cada vez más violento.
Para comenzar a cambiar esa imagen, suavizar las asperezas, priorizar el juego limpio y dar ese ejemplo a los más pequeños, se está impulsando en Córdoba instaurar el tercer tiempo del rugby en el fútbol.
Ese espacio en el final de cada partido es una práctica tradicional en los encuentros de la pelota ovalada, en donde los integrantes de los dos equipos comparten un momento luego de haber batallado durante 80 minutos dentro de la cancha.
«Es algo que comenzamos hace cuatro años, cuando vi que en un partido acorralaron a un árbitro y a su asistente en el vestuario», le dijo a BBC Mundo Leonardo Bigi, entrenador de rugby y creador de la Fundación Pueblo Rugby, que se encarga de llevar el deporte de la pelota ovalada a las zonas con menos recursos.
El proyecto ya fue puesto en marcha en algunos encuentros de las categorías inferiores de la Liga Cordobesa y cuenta con el apoyo de las autoridades regionales y la participación de exfutbolistas profesionales, y hasta se hizo una prueba piloto en un clásico de la ciudad entre Belgrano y Talleres en 2013.
La propuesta ya cuenta con el respaldo del ministerio de Desarrollo Social de Córdoba y llegó al ministro de Deportes de la Nación, Carlos McAllister, y al presidente de la Agencia Córdoba Deportes, Oscar Dertycia, que están estudiando el proyecto.
«Tuvimos buenos resultados en los clásico ya que los jugadores tuvieron la mejor predisposición. Incluso en uno de los partidos Belgrano perdió y los futbolistas asistieron al tercer tiempo», contó Bigi.
Ahora el objetivo es extender esa tradición del rugby hasta la primera división del fútbol argentino y que sirva de ejemplo para los más chicos. «Los jugadores pueden estar juntos después del fragor de la lucha, son humanos y no enemigos», agregó su impulsor.
«Si un chico comienza a jugar a los seis, siete años al fútbol, cuando llegue a los 15 años ya conocerá y tendrá empatía por su rival. En ese tiempo habrá ido a muchos terceros tiempos en los cuales habrá podido intercambiar palabra o algún gesto. Eso nos humaniza y nos saca de la cabeza esa idea de que el fútbol es algo de vida o muerte», sostuvo Bigi a BBC.
«La idea es que después de cada partido de primera división, digamos como un Boca-River, haya una directiva de la AFA que impulse a los jugadores a participar en un tercer tiempo», concluyó el impulsor, quien reconoce que puede haber cierta resistencias de los futbolistas al comienzo pero con el tiempo puede volverse algo completamente natural.
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