En el año 1856 arribaron a nuestras costas los agricultores suizos que se radicaron en tierras que les cedió el municipio en la zona que hoy se conoce como «Colonia suiza» y que po entonces abarcaba una superficie mayor.
Los inmigrantes europeos llegaron con sus familias, se afincaron y emprendieron la dura tarea de laboreo, siembra, producción y recolección y por esa razón, se ha dado en llamar a Baradero «Primera colonia agrícola del país».
Lo anterior ha hecho pensar que recién por esa época en las tierras de Baradero se inició la producción agrícola, sin embargo existe un testimonio irrefutable que revela que 50 años antes ya existía agricultura en tierras en nuestro partido.
Las invasiones inglesas
Sabido es por todos que allá por el año 1806 se produjo la primera invasión inglesa y que un año más tarde llegó la segunda. Ambas fueron derrotadas por la tenaz resistencia opuesta por los criollos, entre los que sobresalió nuestro Bernabé de San Martín. También allí, integrando el batallón de «Migueletes», siendo un muchachito aún, combatió a las tropas británicas Juan Manuel de Rosas.
Los soldados vencidos fueron apresados y, a falta de cárcels que los contuvieran, fueron aislados fuera de la ciudad, por caso el oficial Alejandro Gillespie fue destinado a San Antonio de Areco, donde permaneció viviendo varios meses.
Tenía Gillespie gusto por la escritura y así fue que plasmó sus impresiones de aquéllos años en una obra que se titula «Buenos Aires y el interior» en cuyas páginas relata lo que sigue: «En una excursión que hice a 15 millas de San Antonio, tuve ocasión de anotar unas pocas usanzas agrícolas de aquellas regiones en las chacras de don Marcos y don Felipe Zavaleta, dos hermanos que vivían separados tres millas uno de otro, cerca del Paraná. El primero dirigía su estancia de catorce millas de largo por tres de ancho. Una casa muy respetable que había en la estancia…» «Ese caballero tenía más de 60.000 cabezas de ganado comprendidos en las varias denominaciones de caballos, vacas, yeguas, burros y mulas, las últimas eran de precio subido por la gran demanda de ellas en Perú…» «Tuvo lugar un día la trilla de alguna mies, que había sido traída del campo, Se formó un corral circular en cuyo centro algunos negros colocaban lechadas de mies. Numerosos padrillos y yeguas daban vueltas, mantenidos a todo galope hasta estar el terreno batido, y luego se echaba más paja y el mismo procedimiento se repetía hasta concluir todo, y después la cosecha quedaba en el sitio esperando una bocanada de viento. Cuando esto sucedía, se reunían los esclavos que tiraban el desecho al aire, y cuando se arreglaba propiamente quedaba estacionaria hasta que se necesitase. Este método hace que el pan de cosumo en general sea muy arenoso. Cada familia muele su harina en molinos de mano y panes solamente se venden por los pulperos de los pueblos pues los rústicos rara vez los gustan…»
«Diariamente mataban seis novillos para sus esclavos y doce para las cosechas, además de uno para sus chanchos y gallinas».
Como puede apreciarse en el relato, que originalmente es más extenso y preciso, ya en 1807 había cosecha en Baradero, parte de la estancia de los hermanos Zavaleta descrita en el libro de Gillespie, es la actual «Las Matreras», ubicada en Ireneo Portela. Allí se cosechaba trigo, se hacía harina con él y se amasaba y cocinaba pan. Los suizos llegaron más tarde y se dedicaron más específicamente a la agricultura, lo que no impide que se conozca que medio siglo antes, ya en nuestra zona se sembraban y cosechaban productos de la tierra.
El Diario de Baradero
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