La quema del edificio de la estación ferroviaria de Baradero es como una herida que no cierra y cada vez que se pasa frente a las ruinas, se siente pena inevitablemente. Con la intención de destacar el espíritu de la gente del barrio, El Diario, en su edición del jueves último, mostró cómo se ha instalado un carrito de comidas rápidas en el playón y comentó que hay concurrencia durante las noches en que funciona.
A muy pocos metros, la figura del que fuera otrora un hermoso edificio, luce su decadencia final agravada por la acumulación de desperdicios producto de la desidia con que se conservan los bienes del Estado, es decir, los de todos.
En la esquina norte de la construcción, en cercanías del que alguna vez fue el kiosco del lugar, ha crecido una casuarina que afincó sus raíces en la tierra que une los ladrillos de la ancha pared. El crecimiento de la planta está ocasionando que sus raíces presionen la pared, que por cierto ya está cediendo y en el momento menos pensado terminará derrumbándose con consecuencias insospechadas.
A lo largo de todo el frente que da al andén principal, se acumula tierra, escombros, trozos de chapa, de membrana asfáltica, en desorden y cantidad tales que el solo hecho de mirarlo causa vergüenza.
Para completar el cuadro, frente mismo al kiosco, hay un colchón, una olla y una improvisada parrilla, indicios de que al menos hay alguien que logra sacar provecho de tanto abandono.
No hay demasiadas esperanzas de que esto cambie. Existía un proyecto que restauraría, en parte, el edificio y lo incorporaría a la línea ferroviaria puesto que hasta hoy, debido al lamentable estado en que se encuentra la estación, los esporádicos trenes que circulan por nuestras vías, no se detienen en Baradero. El proyecto quedó en eso; llegó el nuevo gobierno y, si bien la gobernación tiene previsto un ambicioso y cuantioso plan de inversiones, los ferrocarriles están entre las cosas que no le interesan demasiado a Cambiemos. Tal vez suceda que volvamos a tener edificio, pero dejen de correr los trenes y entonces cabrá preguntarse qué hacemos con la foto si la novia está en Italia.
El Diario de Baradero
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