Lo que ocurrió en Olavarría tiene como beneficiados a aquellos que no les conviene que el Indio ande suelto bajando línea. No quita que el artista debe responder y dar explicaciones por lo que sucedió. Pero hagamos un análisis más profundo: A «poderosa gente de mierda», como él los llamó, le convenía lo que parece ser este final abrupto de su carrera.
A medida que pasan las horas, no ceso ni un segundo mi reclamo al Indio Solari: nos tendría que haber cuidado más y mejor. Tenía los medios y la experiencia para hacerlo. Parafraseandolo a él mismo: «Los recitales solistas del Indio Solari son una granada que iba pasando de mano en mano». Y explotó. De la peor manera. Con dos muertos confirmados y, quizás, alguno que otro bajo la alfombra.
Pero a medida pasan las horas y a medida se van acomodando los pensamientos, creo que el Indio fue víctima de una «encerrona» política. Solari es el artista más convocante de la Argentina, quizás el más político, quizás el más incoherente entre lo que canta y como vive, quzás el más irreverente, porque tiene una espalda XL para bancar lo que venga. Pero Solari es incapaz de dominar los oscuros laberintos de la política. Algo olió, porque advirtió en la semana, a través de Marcelo Figueras, que podría llegar a haber «poderosa gente de mierda» que quisiera arruinar la fiesta y llamó a cuidarse unos a otros. ¿Alcanzó? No. Pero a buen entendedor…
El papel del Intendente Ezequiel Galli en la previa y en el post show hablan a las claras de una doble intencionalidad. La rapidez con que el presidente salió a repudiar lo sucedido, pareció «armada», todo en el marco de un show que en las pantallas, antes de empezar, llamaba a aquellos que tengan dudas a realizarse el ADN y cerraba con la dirección de las Abuelas de Plaza de Mayo y un «Gracias, Indio».
Porque Solari será sibarita, millonario, súper estrella, mito, leyenda y bandera, pero jamás traicionó sus pensamientos en algunas cuestiones centrales para la calidad humana. Para el Indio «todo preso es político» y para él bajar la edad de imputabilidad es una locura. Lo dejó en claro, pasa que sus reclamos en forma de canciones («Ropa Sucia», «Nuestro amo juega al esclavo», «To Beef Or Not To Beef») quedaron sepultados por la avalancha de «noticias de ayer» que inundaron los medios de comunicación. Y eso, capaz, fue buscado.
Galli peleó con uñas y dientes, prácticamente que se embanderó detrás de la causa «Solari en Olavarría». Entusiasmo que desapareció desde que el Indio pisó la ciudad. Lo dejó sólo. Y en un show en el que la Municipalidad salió como fiador del evento. O sea: garantizó el show, pero después no pongo ni un tipo de tránsito que le pueda explicar a la gente como salir. ¿Responsabilidad compartida estado-producción? Ok, ahora, cuando Galli dice que él «esperaba 170 mil personas» y en una nota antes del show confiesa que cree que habrá «300 mil» está jugando a un juego «díficil de explicar y fácil de enseñar». Está mintiendo. Él, la producción, el Indio, cada uno de los asistentes sabíamos que en Olavarría habría no menos de 300 mil personas. ¿Entonces?
El Indio es un actor de peso en la cultura argentina. Cada vez que habla, canta o saca un disco, miles se paralizan y se prestan a escuchar lo que él tiene para decir. Quizás sea la única persona de clase altísima por su posición económica con tanta ascendencia, poder y veneración entre las clases más bajas. Y ese es un poder que cualquier político anhela. Dicho de otra manera: si el Indio Solari, hombre lúcido, ilustrado, un artista impresionante, quisiera ser presidente de la Argentina ganaría las elecciones. Pero nunca le interesó, no quiere, sabe que ahí hay algo «turbio» y, por eso es que justamente, goza del beneplácito, la admiración y la pleitesía de los que encuentran en sus líricas lúcidas un placebo para afrontar tanto golpe de la realidad. Aún cuando su realidad está lejísimo de eso y vive «blindado» tras las paredes de su mansión en Parque Leloir.
Pero el Indio no es Macri. Y rápido se diferenció. Primero, se evidenció Kirchnerista en alguna nota, luego, en Tandil, primer show durante la gestión actual empezó el show con «Nuestro amo juega al esclavo» que arranca con «Mucha tropa riendo en las calles/ con sus muecas rotas cromadas/y por las carreteras valladas/escuchás caer tus lágrimas». Un golpe directo al mentón de un gobierno en el que Solari está parado en la vereda de enfrente. De hecho, este Olavarría 2017 fue, quizás, su show más político en mucho tiempo.
Días antes del show, el Indio sumó su poderosa firma a una solicitada en contra de la administración actual. Algo que él no suele hacer, sumarse a un reclamo colectivo de esa manera. Solari es una isla. Y en esa isla es el Rey, amo y señor. Pero esta vez unió su repudio a artistas, políticos, hombres de la cultura y hasta Milagro Sala. Quizás le costó demasiado caro.
Está claro que Indio debe responder por lo que sucedió. No como culpable (aún no, por favor), si no como parte. Nos merecemos una explicación. ¿Qué falló? ¿Por qué? ¿Por qué Olavarría, que lo más masivo que organiza es una carrera de TC? ¿Por qué se cerraron así las otras salidas del predio? ¿Por qué dentro de lo millonario del show no se iluminaron las salidas? ¿Por qué no hubo seguridad o personal afuera idóneo para marcar la salida? ¿Por qué no «líneas de vida» en el campo gigantesco para bajar la presión adelante? ¿Por qué no puestos con agua en el predio de manera gratuita? ¿Por qué? Eso le corresponde responder al Indio, garante de su propio faraónico show.
Pero hay otra parte, ¿a quién le conviene que Solari, ídolo de masas, figura casi impoluta de la cultura argentina, caiga? Que sea empujado al retiro el artista más convocante y quizás el más irreverente tiene un sólo beneficiado. Y todos los sabemos. Es del mismo color político que el Intendente de Olavarría, que ahora se hace el sota, el desentendido, en lugar de presentar la renuncia como debería ser, por haberse puesto como garante de un show al que descuidó, por completo. ¿Adrede? Violencia es Mentir. Lo canta el Indio, y lo sabemos todos.
Por Javier García
CRÓNICA
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