
Suena el teléfono en medio de la noche. Al atender, se escuchan llantos y una voz asegura que se trata del lamento de un familiar o amigo, secuestrado y bajo su poder, así sucedió con un abuelo esta madrugada quien escuchaba el llanto desesperado de supuestamente «su nieto».
Aunque en todos los casos se caracterizan por el engaño, las llamadas extorsivas pueden tener distintas características a las que conviene estar atentos para evitar convertirse en víctima. Los destinatarios del llamado, son elegidos por el prefijo telefónico, generalmente, lo que les permite determinar una zona.
En este caso, «hace un par de días mi papa escuchaba que por la ventana pasaban y decían abuelo, abuelo, como buscando a la persona correcta, creemos que no fue un llamado organizado, iban improvisando en el momento», contaba la hija en un medio radial.
«Mi papa se descompuso, empezó a sangrarle la nariz, se asusto mucho, tuvo la suerte de que pudimos intervenir, que llamamos a mi hermano y su nene estaba bien, ellos dormían»
«Se escuchaba gritar a un nene y llorar desconsoladamente , casi le dio un infarto a mi papa, tiene 85 años, terminamos en el hospital»
«Quiero agradecer y destacar el trabajo de la policía, no solo llegaron enseguida sino que intentaron rastrear la llamada inmediatamente, nos contuvieron, llamaron a la ambulancia, estoy muy agradecida»
«Ahora no le dejamos atender mas el teléfono a mi papa, cuiden a sus abuelos», culminaba.
Un truco común al que recurren los delincuentes es hacerse pasar por un médico o policía que llama para avisar que un ser querido se ha accidentado, o como paso con la familia sampedrina, el secuestro de un hijo o nieto.
A partir de cierta información básica, como nombre y apellido, el delincuente comienza a hacer preguntas para recabar más información personal que es utilizada para el mismo engaño; se recomienda no dar datos ni nombres cuando se atiende el teléfono. Quienes llaman son muy hábiles, logran sacar el nombre del nieto, del hijo, y a partir del primer dato que llaman, construyen la historia.
Cuando la víctima cae en la mentira y responde a las preguntas, aparecen las amenazas y extorsiones con exigencia de entrega de dinero, objetos de valor o joyas a cambio de la liberación del supuesto secuestrado. Por eso, se recomienda intentar corroborar por otra vía que el familiar, que supuestamente está secuestrado, está bien.
Recomendaciones:
Al atender el llamado, no brindar ninguna información personal –ni de familiares– sobre actividades que se realicen o de los bienes que se posean.
En cambio, solicitar a quien llama datos de la persona que alegan que tienen secuestrada: su descripción física, vestimenta, características distintivas, etc.
Si se hacen pasar por médicos, bomberos o policías, es importante pedir que se identifiquen, con sus datos personales, cargo y lugar donde trabaja.
Advertir a los niños en el caso de que estos acostumbren a atender el teléfono, para que no den esa información a desconocidos.
Más allá de cualquier amenaza que se pueda recibir por teléfono, cortar inmediatamente la comunicación, tratando en lo posible, de anotar el número de teléfono desde el cual lo han llamado.
Tratar de ubicar a sus familiares por otra vía. Si no puede hacerlo, comuníquese con otras personas que puedan a su vez ayudarlo a contactarse.
El recorrido judicial que siga esta causa, dependerá de la decisión del fiscal o del juez que intervenga en el caso, algunos lo ven como una extorsión y otros como una estafa por el engaño que se emplea para desapoderar a quien atiende el teléfono.
El Diario de San Pedro
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