
Tal vez porque su padre era un hombre de la subprefectura, quien seguramente desde la infancia le hizo conocer el significado de la Batalla de la Vuelta de Obligado, sitio donde la citada fuerza posee un destacamento, Ángel Alberto Pérez dedicó mucho tiempo y esfuerzo y también algún dinero propio, a buscar, en el campo de batalla, restos materiales de la contienda sepultados por el transcurso del tiempo.
Ángel comenzó por «lo que se veía» recorriendo el lugar con atención y más tarde, con el avance de la tecnología, utilizó buscadores apropiados que le facilitaron la tarea. Tantos años dedicados a ese trabajo le valieron ser llamado «el arqueólogo de Obligado» por un grupo de historiadores, entre ellos Rosa y Muñoz Azpiri, hijos ambos de los destacados José María y José Luis respectivamente quienes, entre otros, estuvieron presentes un 20 de noviembre de años atrás cuando, horas antes del homenaje que se llevaría a cabo en las vecinas costas del río Paraná, arribaron a nuestra ciudad, precisamente a reunirse una casa de campo que Pérez levantó con la intención de establecer allí una especie de museo en el que se exhibieran diversos objetos relacionados con la épica batalla.
La falta de apoyo y hasta podría decirse que cierto desinterés oficial, hicieron que Pérez decidiera terminar con el proyecto y así Baradero se vio privado de algo que tenía, no le había costado ni siquiera un centavo al erario público y que, por si lo antedicho fuera poco, era único en el país, dicho sea de paso, como el cementerio aborigen.
Ángel Pérez se sintió muy desanimado por lo sucedido y como ocurre a veces en la vida, para que su desánimo se profundizara, confluyeron las malas intenciones. Un charlatán advenedizo denunció ante la justicia penal a Ángel Pérez acusándolo de querer comercializar, y en su propio beneficio, los diversos objetos que poseía pertenecientes a la batalla. La denuncia, convenientemente planeada y apoyada con bombos y platillos por algún medio radial local que prestó su complicidad seguramente intencionada, culminó con un allanamiento ostentoso que la Policía Federal llevó a cabo en el domicilio de Pérez. El procedimiento se llevó a cabo un viernes y podría decirse que se trató de un compendio de irregularidades. Pérez fue conducido en calidad de aprehendido y alojado en un calabozo de la zona portuaria de la Ciudad de Buenos Aires donde pasó detenido todo el fin de semana.
Es muy sospechoso que se eligiera el viernes para proceder ya que de esa manera, el acusado carecía del tiempo material suficiente para presentar su descargo, pero no es esto lo peor, sino que el por entonces juez federal de Zárate-Campana, Dr. González Charvais, permitió que Ángel Pérez permaneciera detenido todo un fin de semana estando acusado de un delito cuya pena máxima no amerita ni un solo día de prisión, hecho que a todas luces habla de un cuanto menos sospechoso proceder del magistrado, razón por la cual Pérez inició una causa contra el juez que aún no tiene sentencia.
Quien esto escribe puede asegurar, puesto que le consta sobradamente, que la intención de Ángel Pérez jamás fue la comercialización de lo que había obtenido tras sus exploraciones y que solamente perseguía una loable finalidad cual es la de rescatar para todos algo tan valioso y caro para nuestro acervo histórico como son los objetos emanentes tras la batalla de la que participaron y dejaron sus vidas, unos cuantos baraderenses que llegaron al campo de batalla bajo el mando del Juez de Paz Magallanes.
Ángel Pérez ha sufrido mucho a causa de todo esto, su entusiasmo envidiable fue amainando en razón de tantas adversidades y quizás haya operado en su contra su manera silenciosa, sin ostentaciones de hacer cosas que considera valiosas para el Baradero que tanto quiere.
Las páginas de El Diario han mostrado, a lo largo del año 2019, diversas fotos que se publicaron bajo el título de «Baradero histórico» y la totalidad de esas imágenes fueron provistas por Pérez sin otro interés que el que sean dadas a conocer de la manera que se lo hizo. Lo decimos ahora un poco traicionando su deseo de permanecer ignoto, pero creemos que el vecino Pérez, que ha cosechado tantas amarguras, merece aunque más no sea, estas líneas sentidas de un periodista de su pueblo que de esa manera agradece todo su esfuerzo y espera que tal sentimiento sea compartido por otros que leyeron dichas publicaciones y también conocieron y apreciaron su tarea como «arqueólogo de Obligado».
GM
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