
La idea de colocar contenedores para los residuos domiciliarios en las calles de la ciudad resultó un verdadero acierto. Con ello se ganó en practicidad e higiene pero, como en tantas cosas, el mal uso de esos contenedores fue provocando (y provoca) una serie de consecuencias, roturas primordialmente, que en vista del necesario resguardo de los dineros públicos, hay que evitar.
No es una sola la causa que motiva esas roturas y sin intención de hacer una pormenorización exhaustiva, puede mencionarse que el momento de la elevación y el volcado del contenedor en la caja del camión compactador, es crítico para conservarlo en buen estado ya que la misma mecánica del vaciado hace que la tapa del recipiente, si no se tiene el cuidado suficiente, termine quebrándose y una vez que eso se produce en corto tiempo más el contenedor quedará sin ella.
Llegado este punto es imprescindible decir que sin la tapa el contenedor también pierde su funcionalidad ya que uno de sus principales objetivos, el de la higiene, se ve sumamente afectado ante el daño mencionado. No solamente el manejo que se hace de los contenedores puede provocar la rotura que se ha mencionado, sino que los mismos usuarios,entre los que sobran desaprensivos, es otra de las principales causas de ese daño. También están quienes, pese a que claramente se explicita que el uso del contenedor está destinado a la acumulación de «residuos domiciliarios», no vacilan en colocar dentro de ellos bolsas con desechos de origen animal provenientes de comercios dedicados al rubro cuyos propietarios, demostrando una total falta de respeto por sus semejantes, los arrojan con total desparpajo. El municipio sumaría un ingreso sancionando fuertemente quienes así proceden ya que causan el casi inmediato llenado del contenedor perjudicando al resto de los vecinos que ya no tienen espacio para colocar su modesta bolsa de residuos y además, generando olores nauseabundos, goteo de grasas derretidas y malolientes y las consecuentes, coloridas y numerosas moscas logrando que se produzca, concentrado y en gran medida, precisamente lo que con el contenedor se buscaba evitar.
Por último, hay que mencionar la rotura de las ruedas de los contenedores, cosa inevitable debido al uso, pero que sería bueno reparar en los talleres del corralón municipal ya que según lo que se observa, no parece resultar una tarea demasiado compleja.
El Diario de Baradero

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