
Por Gabriel Moretti
Alrededor de la década de 1940, la actual Plaza Colón era escenario de fiestas que la población llamaba “romerías” por analogía a otras similares que aún se realizan en España. En el lugar había entretenimientos, comidas y, a veces, algún parque de juegos instalado para aprovechar la numerosa concentración; allí se mezclaban las jergas de los criollos con las de los inmigrantes que por esos años había entre nosotros. Una anécdota ocurrida en una de esas fiestas puede darnos una idea al respecto: ingresaba a la romería el doctor Casimiro Liaudat, primer baraderense matriculado como médico, que fue abordado por un ciudadano italiano de apellido Pángaro: “Dottó, vuoi cattá nu número”, a lo que el médico respondió: ¿qué se rifa, Pángaro?; y Pángaro dijo: “nu porco píccolo e nu pecorino”. Al parecer, la gente de entonces se entendía en una especie de jerigonza.
En cierta oportunidad, en la plaza se instaló el juego llamado “autitos chocadores”, que concitó la atención del público no sólo por su atractivo sino también porque era la primera vez que llegaba a Baradero un juego de esas características. Todo el pueblo se enteró de la novedad, y también Eduardo “El Gordo” Giles, quien en cuanto pudo preparó el sulky y salió para la Colón picado por la curiosidad.
Ya en la plaza, “El Gordo” se encaminó directamente al sitio donde estaba el juego. Fue a la ventanilla, compró unos boletos y con algo de dificultad subió a uno de los coches; los testigos del hecho cuentan que entró con lo justo, tanto en cuerpo como en espíritu: su alegría era tanta que “no cabía en sí mismo”. Agotado el tiempo, con el dinero que le quedaba compró más boletos. Dice Martín Fierro: “no hay tiento que no se corte/ ni tiempo que no se acabe”, y así le sucedió a “El Gordo”: en determinado momento se quedó sin boletos ni plata, y entonces en medio de la calle, rodeado de gente, remató su caballo y sulky, tomó el fajo de dinero de la venta, y tras depositar los billetes en la boletería dijo: “dame toda esta plata para los autitos chocadores”.
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