A las 7 horas del 20 de junio de 1820, fallece en Buenos Aires el General Manuel Belgrano, “benemérito de la patria en grado heroico”, arquetipo de conducta y patriotismo.
Muere a los 50 años de edad en la mayor pobreza y rodeado de sus hermanos y unos pocos amigos. Abogado, economista, secretario perpetuo del Consulado, miembro de la Primera Junta de Gobierno. Vencedor de Tucumán, Salta y Las Piedras sufrió el sabor amargo de la derrota en Vilcapugio y Ayohuma, brillando sin embargo a gran altura el acerado y ejemplar temple heroico del patriótico guerrero libertador. Siempre daba cuartel al enemigo pero no lo pedía para él.
De él puede decirse “Fue grande sin pretenderlo, y consiguió la gloria sin buscarla, en el camino del deber”. Nos ha legado la Bandera Nacional creada por él a orillas del Paraná, el 27 de febrero de 1812. Por ley del 9 de junio de 1938, se declaró el 20 de junio “Día de la Bandera Argentina”, fecha en que los honran, cada año, la memoria de su ilustre creador.
Belgrano falleció en plena Anarquia del Año XX. Cuenta la historia que luego de ser examinado por el médico escocés Joseph Redhead pagó con un reloj de oro, pero el profesional optó por no cobrarle. Para entonces, el padre de la insignia Patria estaba sumido en la pobreza e insistió para que el médico aceptara el reloj con cadena de oro y esmalte, que le había obsequiado el rey Jorge III de Inglaterra, a modo de intercambio.
Según su última voluntad, el cuerpo de Belgrano fue amortajado con el hábito de los dominicos y llevado al Convento de Santo Domingo donde quedó sepultado en un atrio.
Debido a las carencias económicas de su familia la lápida de la tumba debió ser improvisada con el mármol de una de las cómodas de la habitación de Miguel, hermano de Manuel.
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