La bandera argentina fue creada por Manuel Belgrano el 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la Independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata; Belgrano tomó los colores de la escarapela que ya estaba en uso. La primera vez que la bandera se izó en Buenos Aires fue el 23 de agosto de 1812, en la torre de la iglesia de San Nicolás de Bari, donde hoy se encuentra el Obelisco.
La Asamblea de 1813 promovió en secreto su uso, pero no produjo normas escritas al respecto. El Gobierno no deseaba insistir en ese momento con símbolos independentistas.
Tras la declaración de independencia el 9 de julio de 1816, la bandera azul celeste y blanca fue adoptada como símbolo por el Congreso el 20 de julio de 1816; el Congreso le agregó el sol el 25 de febrero de 1818.
El 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, el entonces Presidente de la Nación, Roberto M. Ortiz, promulgó la ley 12361. Esta dispone que el 20 de junio es el Día de la Bandera y lo declara feriado nacional, como homenaje a Manuel Belgrano (fallecido el 20 de junio de 1820).
Forma y proporción
Está compuesta por tres franjas horizontales de igual tamaño, la superior y la inferior de color azul celeste, y la central blanca; en el centro, un sol amarillo oro.
Las medidas de la Bandera Oficial son 1,40 m de largo por 0,90 m de alto (es decir, una proporción 9/14).
Colores
Los argentinos llamamos simplemente celeste al tono claro de azul de nuestra bandera (en inglés, el adjetivo cerulean significa lo mismo, “color del cielo”). De modo que celeste y blanca es más frecuente que azul y blanca al referirnos a la bandera. Más allá de esta definición, se ha debatido desde siempre cuál sería el tono exacto de este celeste o azul claro.
El sol
El sol que aparece en el centro de la franja blanca es una réplica del que estaba grabado en la primera moneda argentina, aprobada por Ley de la Asamblea del año 1813. Es de color amarillo oro, con bordes negros, y de él salen 32 rayos: 16 rectos y 16 ondulados, dispuestos alternadamente. El diámetro total del sol es de 5/6 de la altura de la franja blanca. La cara del sol ocupa 2/5 de su altura.
Una larga historia
Más de una vez habrás escuchado en la escuela, en tu casa o de boca de algún adulto que conozcas, que Manuel Belgrano creó la bandera argentina inspirado en los colores del cielo. Sin embargo, esto no fue tan sencillo como parece. La variedad de banderas enarboladas en este territorio desde la llegada de los españoles hasta 1852 refleja las dificultades del proceso de constituir una nación y representarla por medio de un símbolo.
Bandera blanca y celeste enarbolada por Belgrano el 27 de febrero de 1812 en las barrancas del río Paraná, en Rosario.
Hasta ese momento, el único distintivo que llevaban los soldados patriotas para diferenciarse del ejército realista era una escarapela con los colores celeste y blanco. Manuel Belgrano -que estaba en Rosario con la misión de preparar a la tropa para defender los pasos del río Paraná de cualquier ataque realista- pensó que una buena manera de entusiasmar a los soldados era contar con una bandera propia que tuviera los colores de la escarapela. Así surgió la idea de mandar a coser una.
Hay muchas versiones acerca del origen de los colores de la bandera y la escarapela. Celeste y blanca era la cinta que usaba el rey de España cruzándole el pecho, los mismos colores tenían el escudo de la ciudad de Buenos Aires y las cintas repartidas el 25 de mayo. Después de la Revolución de Mayo, toda persona que quería demostrar que estaba a favor de la revolución se colocaba cintas celestes y blancas en algún lugar visible: las damas en el cabello, en los bordes de los rebozos, o en los abanicos; los hombres se las colocaban en los sombreros o en las solapas de los sacos. Cuando la nueva bandera flameó frente al Paraná, Belgrano dijo a los soldados: «Esta será la divisa con que marcharán al combate los defensores de la patria».
También le comunicó al gobierno de Buenos Aires la decisión que había tomado. En una carta expresa: «[…] siendo preciso enarbolar bandera, y no teniendo la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela, espero que sea de la aprobación de V. E.».
Pero como todavía no se había declarado por escrito la independencia, el gobierno consideró poco prudente la actitud de Belgrano. En una circular fechada el 3 de marzo de 1812, le respondieron: «Ha dispuesto el Triunvirato que Vuestra Señoría, Manuel Belgrano, sujete sus acciones a las decisiones de este gobierno y haga pasar por un rasgo de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste, que la oculte disimuladamente y la reemplace con la que se le envía, que es la roja y amarilla que hasta ahora se usa en la Fortaleza, […], y procure en adelante no anticiparse a las decisiones del gobierno en materia de tanta importancia».
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