El tiempo de los cinco presidentes en el país. Confiscación de los depósitos de ahorristas, desocupación que en algunas ciudades llegaba al 30% y turistas sacando fotos de los ataques a los bancos.

BUENOS AIRES.- «Pido a Dios por la ventura de mi patria», fueron las últimas palabras escritas por Fernando de la Rúa en la carta de renuncia a la Presidencia que le envió al entonces titular provisional del Senado, el justicialista misionero Ramón Puerta, quien se hallaba en la línea de sucesión presidencial a raíz de que el vicepresidente que había asumido con el radical, Carlos Álvarez, había renunciado en 2000.

Cuando De la Rúa le pedía a Dios que tomase cartas en la política de la patria, se registraban cerca de 40 muertos, confiscación de los depósitos de ahorristas, desocupación que en algunas ciudades del país otrora pujantes e industrializadas trepaba más allá del 30%, amenazas de disgregación territorial, saqueos, cacerolazos por todas partes, humillados cortando rutas y calles; y la sucesión de cinco presidentes.

Espectáculo turístico

El espectáculo preferido de los turistas que deambulaban por Buenos Aires era tomar fotos de cómo la clase media despedazaba las puertas de los bancos en busca de su dinero que Domingo Cavallo, con la anuencia de De la Rúa, le había confiscado como un manotón de ahogado ante la explosión de un modelo neoliberal agotado, excluyente, que nos había dejado como parias ante el mundo occidental y cristiano. Nunca tan afuera del mundo como en aquellos rencorosos días. Entre el 19 y el 21 de diciembre de 2001 hubo 37 muertos en el país por las represiones ordenadas en Tucumán, Capital Federal, distritos bonaerenses, Santa Fe, Corrientes, Río Negro y Paraná.

Era el final de una época que los especialistas serios coinciden en señalar que se inició al menos durante el gobierno de María Estela «Isabel» Martínez, en el no tan lejano 1975; que se profundizó durante la dictadura, que fue el intento más serio y trágico de cambiar la matriz industrial por la agroexportadora; que luego siguió con la gestiones de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, aunque este último fue quien afinó los preceptos neoliberales llevándolos a una sobredosis. Alfonsín no pudo juntar poder y cambiar el rumbo dado al país y De la Rúa tampoco pudo crear poder con el fin de cambiar y terminó esclavo de aquel diseño político, económico y cultural.

Entre la explosión con el radical De la Rúa hasta la asunción de Eduardo Duhalde, que decretó el fin de la Ley de Convertibilidad, en los primeros días de enero, hubo cinco presidentes: a De la Rúa le sucedió Puerta, luego este le entregó el gobierno a Adolfo Rodríguez Saá, que duró siete días hasta el 30 de diciembre, tras lo cual se hizo cargo el peronista Eduardo Camaño, por ser el presidente de la Cámara de Diputados y hallarse en la línea de sucesión presidencial, quien a su vez le entregó el mando a Duhalde el 1º de enero de 2002. En parte, había concluido una etapa cuyos antecedentes más inmediatos habían sido la aplicación de la Ley de Convertibilidad para contener la inflación, aunque ello no fue una medida aislada, porque el conjunto de la política también incluyó privatización de empresas del Estado, concesión de servicios públicos, reducción de aranceles para la importación, control de las cuentas fiscales con reducción de la inversión pública, flexibilidad laboral, reducción del aporte patronal previsional, un régimen de jubilaciones en manos de los bancos y un inútil y brutal endeudamiento externo.

Los regímenes políticos sucedidos entre 1976 y 1983 (la dictadura), y los gobiernos populares hasta 1999 inventaron los cartoneros y los piqueteros, cuyos padres y abuelos había sido trabajadores de plantas industriales. Pero la Argentina se había convertido en un país totalmente insertado en el mundo y por el mundo. Era un paraíso para los negocios.

(DyN)

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2 COMENTARIOS

  1. Hace solo diez años se derrumbaba la fantasía de la Derecha Neoliberal Argentina de volver a ser un país Agro-exportador de materias primas al mundo, pero sin un desarrollo de la industria local para asi poder importar todo lo demás con la ayuda de un dólar barato. Ese ciclo fue el que por suerte terminó en la crisis de 2001.

    Hace solo dies años la idea básica dominante era la de Achicar el Estado para agrandar la Nación, bajo este concepto se endeudo al Estado Nacional y se privatizaron las empresas públicas para crear caros e ineficientes Monopolios , se destruyo literalmente a la industria nacional y se llevo al país a la mayor crisis económica de la historia reciente, este momento que es confirmado por los datos duros de la economía con un nivel de endeudamiento externo de casi el 150 % del PBI que combinados con una recesión inédita derivo en la declaración famosa del Default con los organismo de crédito internacionales. Ese fue un momento de clic y fue cuando se le pegó un patada el culo a las ideas neoliberales que ahora están haciendo estragos en Europa.

    Hace solo diez años la gente de clase media rompía las vidrieras de los bancos para recuperar los ahorros y los pobres involucionaban hacia una economía de trueque, nadie pensaba con irse se vacaciones o cambiar el auto, ni hablar de hacerse una casa todo se limitaba a no perder el trabajo porque era imposible conseguir otro .

    Hace solo diez años no existía trafico en las rutas principales del país y nadie hablada de aumentos de sueldos mas bien la discusión pasaba por el porcentaje de baja de sueldos dentro de las empresas privadas que ya venian reducciendo personal y hasta el gobierno de la Alianza en uno de sus desesperados intentos por mantener la confianza redujo un 13 por ciento el sueldo de los jubilados y el de los empleados estatales, ovbiamente el resultado de esto era imaginable, se generó mas recesión y mas déficit fiscal.

    Hace solo diez años nadie imaginaba el país actual y la salida obligada era de Ezeiza hacia España, hoy los argentinos que se fueron hacen cola para regresar al país.

    Hace solo diez años ser argentino era una vergüenza y los diarios de todo el mundo pasaban las imágenes de una argentina incendiada

    Hace solo diez años era impensable vivir en un país como el actual donde las
    mayorias recuperaron buena parte de lo perdido aunque todavia falta mucho pero el rumbo es correcto.

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