Si para bien o para mal el mundo no se acaba en 2012 tendremos más oportunidades de mejorar la vida de los animales. Como asociación, cada año vivimos avances y retrocesos. Hacemos alianzas o nos distanciamos. Es difícil permanecer unidos a pesar de tener una causa común y eso puede desmotivarnos; pero no perdamos de vista que el verdadero objetivo es conseguir logros concretos a favor de los animales. Dicho más técnicamente puede ser establecer sus derechos, proponer leyes más estrictas, transformar hábitos de consumo, generar rechazo hacia ciertas prácticas, abolir tradiciones, abrir espacios de diálogo, difundir información, conseguir adeptos, etcétera.
Toda la energía que no esté destinada a este ambicioso objetivo es una pérdida de tiempo que afecta directamente a los animales.
Terminar un año es una oportunidad de dejar atrás aquello que no sirve, que no ha dado los frutos esperados. Es una posibilidad de volver a intentarlo, de innovar, de recargar fuerzas. Insistir en aquello que ha demostrado generar resultados tangibles y mejorarlo, defender los derechos de los animales más allá de una meta trazada, es hacerlo por uno mismo, para reconfortar el espíritu.
A veces puede ser que por cada victoria que se logra por ellos, surgen otras calamidades que debemos combatir, otros frentes por cubrir. Sin embargo, es evidente la fertilidad de la semilla que sembramos con nuestro trabajo diario. Cada vez más ciudades y municipios se declaran sin circos con animales, empezamos bien el año con la desaparición de corridas de toros en varias ciudades, pero no es un logro definitivo, hay que seguir insistiendo a través de la educación y la legislación.
La sociedad ha comenzado a involucrarse en el desarrollo de la empatía hacia otras especies, y ya no es extraño coincidir con compañeros de trabajo vegetarianos o profesionales medianamente sensibles ante el maltrato animal, incluso los miembros de nuestra familia apoyan y comprenden más lo que hacemos.
Nuestro camino hacia el respeto por los animales puede estar acompañado de pasión y entusiasmo, pero requiere estrategia y conocimiento del terreno que pisamos. Ya no hacemos las cosas al azar como cuando empezamos, ahora tenemos más herramientas que hemos construido juntos.
Nuestra causa no tiene fronteras. Suma y organiza. Cada uno es valioso en la trinchera que haya elegido, las habilidades individuales se ponen al servicio del bien común. Porque efectivamente, el bienestar de algunos de nosotros depende del estado de bienestar del que gocen los animales. Creo que podemos sentirnos más plenos minimizando el sufrimiento que está en nuestras manos evitar.
Si no se acabó el mundo y estamos leyendo este texto, valoremos la oportunidad de seguir trabajando por los animales de manera eficiente. De nosotros depende construir el mundo que queremos para todos.
Comentarios de Facebook