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Argentina ganó a voluntad, pese a la diferencia mínima

Muy corto fue el 1 a 0. Demasiado estrecho para un desarrollo tan favorable al seleccionado argentino. El campeón del mundo ofreció otra exhibición de alto vuelo, con el que dejó muy chiquito al representativo de Paraguay. Lo maniató, lo ridiculizó y lo derrotó para seguir con puntaje ideal en esta 3ª fecha de las eliminatorias. ¿Por qué tan exigua la diferencia? Porque no llegó a la red en la misma proporción que ejerció un dominio avasallante. Y entonces lo ganó por esa avivada al inicio del partido de Nicolás Otamendi, el capitán en la noche del Monumental a partir de la ausencia del gran capitán, Leo Messi, que fue al banco e ingresó en el segundo tiempo para que el enfervorizado público que copó el Monumental se siente pleno de alegría.

Un comienzo fenomenal tuvo la selección argentina. Arrancó con todo y a los 2’ ya estaba en ventaja. Otamendi se hizo el distraído en el primer tiro de esquina favorable al local, fue a buscar el envío de De Paul sin marcas por el segundo palo y de volea superó la resistencia del arquero Coronel.

La combinación de precisión a un toque y velocidad del seleccionado nacional comenzó a ser un problema para el conjunto de Daniel Garnero. No sabía cómo frenar el juego argentino. De Paul iniciaba cada avance. Mac Allister la distribuía desde su posición de volante central. Faltaba que tremenda diferencia futbolística, de categoría, se plasme en el arco contrario.

Al principio, Argentina encontró una vía de ataque con las corridas al vacío por izquierda de Nico González, al que le faltó una mejor resolución a cada desborde. Luego, fueron apareciendo las combinaciones en campo contrario que no terminaron en gol por muy poco. Los pases filtrados siempre encontraban un receptor.

Julián Alvarez no dejaba de correr y de moverse, de entrar y salir, de recibir y devolver al pie. Era indescifrable para los paraguayos. Contruyó una pared con el Toro Martínez que el atacante de Inter pateó al primer palo y fue detenido por Coronel. En la siguiente se volvieron a juntar los dos nueve y la acción culminó con el cierre in extremis de Gustavo Gómez al derechazo de Martínez.

La abrumadora diferencia del conjunto de Lionel Scaloni no le daba la mínima opción al representativo paraguayo, que muy de tanto en tanto intentaba arrimarse. Pero chocaba con la intensidad del local para defenderse sin la pelota. Otamendi era impasable y Mac Allister controlaba el medio.

Coronel volvió a entrar en acción, con el pie, a un cabezo de Nico González, pero se quedó haciendo vista, porque otra no le quedaba, a un medido disparo de De Paul desde afuera del área que dio en el palo.

Si Paraguay llegó al descanso apenas un gol abajo fue porque Argentina no la pudo meter. No más que eso. El resto, el traslado y la profundidad lo tuvo. Para muestra, la jugada elaborada de derecha a izquierda antes del cierre del primer tiempo que Nico González culminó con un zurdazo cruzado que se fue pegada al palo.

El 1 a 0 era poco. Y mantenía vivo a Paraguay, que cerca estuvo de empatar con una escapada de Sosa sin otra oposición que Dibu Martínez. El uno respondió y alcanzó a desviarla con el pie al tiro de esquina.

La postura de Argentina fue el juego corto, moviéndola de un lado al otro sin apresurarse, con el rival agrupándose en su campo. La intención era encontrar el momento justo para jugarla profundo. Le costó algo encontrarlo. A esa altura ya estaba Messi en la cancha, con una evidente falta de aceleración por la inactividad que traía.

El último toque lo halló, entre tanta búsqueda, Mac Allister. La cedió por elevación para el pique de De Paul, cuyo tiro al primer palo fue interceptado por Coronel.

Messi entró con las ganas de siempre y de una genialidad suya, en un tiro de esquina, no fue gol porque se lo impidió el palo.

Ni el marcador cerrado dejó la sensación que se lo podían empatar a la Argentina. Tuvo un control absoluto, manejo el juego a voluntad y si no aumento fue porque a Nico González le faltó una vez más la definición en el epílogo. Y por ese palo que le negó el gol al tiro libre de Messi, que estuvo cerca de repetir como en el triunfo del debut ante Ecuador. Una lástima. Hubiese sido lo más merecido otro tanto, aunque la gente se fue feliz. El campeón del mundo sigue vivito e intacto.

 

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