
En la foto, la edificación que ocupa una de las esquinas de las calles Thames y Colombres de Baradero donde en la actualidad funciona un comercio dedicado a la venta de alimentos y accesorios para mascotas.
Hace medio siglo, fue depósito y venta de fiambres, quesos y embutidos del recordado vecino Pablo Saccani, pero remontándonos más atrás en el tiempo, el lugar era un sitio característico de nuestro poblado.
Bajo esos techos y quizás sobre el mismo tablado que confoma hoy el piso, se asentaban las mesas y sillas de lo que podríamos llamar una taberna, pero el lugar tenía una particularidad; su propietario era un italiano oriundo de Sicilia y, a causa de ello, eran varios los italianos meridionales que allí se reunían para lo que llamaríamos ahora el escolaso, tomar algún traguito y conversar de tiempos idos y presentes.
Todos, o casi todos, iban provistos de arma blanca como mínimo y dado que la policía llegaba con frecuencia a hacer una «visita», los más rápidos de reflejos clavaban sus cuchillos en la parte de abajo del tablero de la mesa por lo cual ellas estaban, en esa zona, pobladas de marcas profundas provocadas por las hojas de acero.
Cuentan los que supieron conocer el antiguo bar que no faltó la intención de reflotar, por parte de ciertos parroquianos, alguna de las costumbres de su tierra natal y que en ese mismo sitio se planificaron algunas extorsiones y secuestros que casi nunca llegaban a la ejecución, y el casi es porque se comenta que alguna vez sí.
De cualquier forma la esquina era «respetada» y quienes debían transitar cerca, lo hacían con aprensión y con cuidado. No puede decirse que fuera el recinto de la mafia local, pero sí que para el vecindario era algo bastante parecido.
Si bien se mira, la esquina posee una leve pendiente desde el umbral del local hacia el cordón y se dice que ello es así porque antaño el terreno formaba una especie de pequeño barranco y que se oteaba desde lo alto un zanjón profundo por el que a veces corría desparramando su aroma, el producto que se desprendía del lavado del establo en el que se guardaban los padrillos usados por la Cochería Casa Drago que aún hoy permanece en la misma manzana.
El Diario de Baradero
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