Esta es una historia de amor, sí del amor más puro, del de una madre por su hijo. Es simple, pero contiene valores sobre la vida que hoy por hoy muchos han olvidado.
Alguien una vez dijo que las personas con Síndrome de Down son ángeles en la tierra y no estaba equivocado.
Carolina Ballestrero y Martín, son baraderenses, su vinculo comienza hace 17 años, cuando nació este «ángel».
“Mi idea de ser madre era tener tres hijos- venía del estilo de mi mamá-, pero cuando nace Martín obviamente hubo un antes y un después en mi vida, yo creo que la responsabilidad en las madres es igual en todos, pero en mi caso es un poco diferente tenía un agregado importante, entonces me decidí a tomarme un tiempo para volver a buscar otro hijo y así lo hice, porque sabía que tenía que dedicarme a Martín tiempo completo».
«Yo creo que el síndrome de Down es una discapacidad donde todo se basa en cómo avanzar según su entorno familiar. La estimulación en los primeros años de vida es importantísima- hasta los tres años que ellos ingresan al jardín. Martín empezó estimulación a los tres meses de vida, ahí ya te das cuenta de que nació ya estimulado, eso hoy marca una diferencia. Martín es un chico que siempre le gustaba hacer cosas, interactuar, no era retraído, no se quedaba, entonces eso a mí me daba la pauta de que si Martín quería mas, siempre quiso más».
Esos fueron motivos suficientes para que Carolina cuando Martín finalizó el Jardín de Infantes, tome una decisión en la cual dejaría mucho en lo personal pero le aseguraría a su hijo una mejor atención; «Cuando Martín termino el jardín acá en Baradero, me encontré con que tenía que comenzar el primario y dije bueno me la voy a jugar porque veía que Martín daba para muchísimo más, entonces me fui a Capital en búsqueda de una educación especial privada que en ese momento acá no teníamos. Fue difícil porque dejas la familia, vas a un lugar donde uno no está acostumbrado- sabemos que entre Baradero y lo que es Capital hay un abismo, es muchísima la diferencia, pero yo creo que uno como madre no tiene límites, entonces aposte y hoy por hoy estoy feliz de haber tomado esa decisión.
Martín en Capital termina el primario y secundario- es decir completa los dos ciclos-. Martín sabe leer, se sabe el abecedario, se conoce todos los números, sabe sumar, es decir todo eso se logra con una buena educación y apoyo».
Con una familia más amplia y concretado el sueño de los tres hijos, Carolina decide volver a Baradero. Luego de radicarse y estrechar vínculos con la sociedad, un nuevo desafío surge en su vida; Tincho con casi 18 años necesitaba trabajar.
Con la actitud de siempre hacia la vida, Caro no salió a pedir por su hijo, al contrario generó su propia empresa familiar basándose en el oficio que le permitió sustentarse los años que vivió afuera y en los conocimientos adquiridos por Martín. Después de noches en vela pensando cómo hacerlo, Nació Eco Bolsas.
«ECO bolsas surge a través de una necesidad que a mí se me presentó en esos momento, que fue que Martín me plantea que quiere trabajar, porque nos veía a todo el entorno familiar que se levantaban temprano para ir a trabajar y entonces él me dijo y yo cuando voy a salir a trabajar. Ahí fue cuando dije ¿y ahora qué hago? y bueno me respondí de la misma manera que hace unos cuantos, Martín es tu responsabilidad».
«Yo soy costurera, trabaje muchísimo tiempo en Capital y Martín se crió viéndome detrás de las maquinas, entonces dije bueno voy a brindarle algo que pueda darle a él la confianza de saber qué mamá ya lo viene haciendo, que yo lo voy acompañar y así surge ECO bolsas. Opte por esto, porque Martín el último año de colegio el tema principal que vio fue justamente el reciclaje, ellos lo llamaban las tres R, reducir, rehusar para reciclar, entonces me encanto la idea que él entienda porque las ECO bolsa».
La idea estaba, ahora llegaba el momento de ponerla en marcha; «invertí de mi dinero y compre las maquinas que me faltaban y los insumos para arrancar, tuve que aprender a sublimar porque no lo sabía, pero siempre con Martín a mi lado, el veía, yo probaba y el me acompañaba hasta que lo logre y llegue al punto justo y le enseñe a mi hijo a confeccionar junto conmigo, el se encarga de ayudarme a cortar, yo armo, el da vuelta, el imprime ,yo sublimo, el acomoda ,yo coso las manijas, y juntos hacemos la limpieza final del producto. Esto que tal vez es una cosa sencilla, para mi hijo significó y significa un trabajo, diariamente está trabajando conmigo y disfrutando se ser útil, y de su paga obviamente. Ver la felicidad al ver el producto terminado en sus manos, y saber que el participó lo hace feliz.
La verdad que la unión familiar es genial porque todos ayudan, todos hacemos todos y cuando uno cae, él otro te levanta y ahí nos metimos en todo esto e hicimos esta realidad que se llama ECO bolsas».
Hoy Carolina y tincho junto al resto de la familia tienen todo en marcha y los clientes crecen día a día.
«Las bolsas son cosidas con maquinas industriales, con cuatro hilos y lo que tiene de buena la friselina es que tiene dos años de vida. Son resistentes, son reusables, son impermeables y la capacidad de una ECO bolsa es más o menos similar al contenido de dos bolsas de polietileno. Yo trabajo mucho con facebook, nuestra página es ECO bolsas Baradero y el teléfono particular de mi casa es 485.491”
Caro, no se quejó, ni maldijo, le hizo frente a la vida que le tocó y hoy es feliz.
«Ser madre de un hijo especial, un hijo que necesita el apoyo, la contención , la confianza el empuje de su familia, me convirtió en una persona luchadora y dispuesta a todo por cumplir el objetivo que se me designo, sé que mis responsabilidades hacia el son otras. Tal vez seamos una historia de vida, como las hay en cantidad… Pero sé que yo lucho por la integración laboral de mi hijo y por la conservación del medio ambiente y eso me hace feliz».
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