En el juicio que se lleva a cabo en el salón del HCD de San Pedro, en la llamada megacausa Saint Amant II, el tribunal recibió en la jornada de ayer, entre otros, el testimonio del vecino de nuestra ciudad Horacio «Cacho» Di Pasqua.
Durante el interrogatorio que fue llevado adelante por el fiscal federal Juan Patricio Murray, Di Pasqua, con voz serena, fue relatando cómo ocurrieron los hechos durante la madrugada del 22 de abril de 1976 cuando un grupo armado llegó a la casa de sus padres y se llevaron detenido a su hermano, Miguel Di Pasqua, quien contaba en esos momentos con 23 años de edad.
Se conocía en el medio local la carta que la madre de Miguel Di Pasqua habia presentado ante el juez Oberdan Andrín, a cargo del Juzgado en lo Penal Nº 3 de San Nicolás solicitando el hábeas corpus, pero ayer, durante la audiencia, el fiscal Murray preguntó a Horacio Di Pasqua si recordaba la carta que había recibido de manos de un detenido quien le había dicho que compartió la prisión con su hermano. Horacio respondió que sí, pero que no había hallado dicha carta. Ante ello el fiscal hizo que se le acercara la copia de ella que obraba en el expediente judicial y el señor Di Pasqua reconoció la copia que fue leída en su presencia.
La nota fue escrita en una marquilla de cigarrillos y en ella Miguel se despide de su madre, demás familiares y amigos con una templanza conmovedora ya que, desde el mismo inicio, dice a su madre que era su último día con vida ya que le habían anunciado que al siguiente, 11 de mayo de 1976, sería fusilado, cosa que efectivamente sucedió.
Miguel agradece a su mamá por la vida y el bienestar que le habían brindado, también por su educación y lo único que pide es que el hijo de su hermana, embarazada por esos días, llevara el nombre de él.
Una de las preguntas recibidas, no formulada por Murray, fue cómo sabía Horacio Di Pasqua que la nota era de su hermano y «Cacho» respondió que en primer lugar reconoció la letra y luego, aseguró que ciertos detalles familiares que estaban en la nota solamente los podía conocer su hermano.
De la lectura de la nota surge inmediatamente el contraste entre la persona de Miguel Di Pasqua y la de sus captores y asesinos. Miguel enfrenta su injusta muerte con enorme entereza y dignidad mientras que quienes lo secuestraron actuaron al amparo de las sombras, gozando de total impunidad y auxiliados por las armas.
El fiscal quiso saber si conocía a otros detenidos de la época, mencionando El testigo al matrimonio Rojas-Cárdenas, y también a los hermanos Hofer. También preguntó si conocía a Abel César Scollo y si sabía qué tareas desempeñaba en Baradero, a lo que el interrogado contestó que sí lo conocía y que Scollo tenía una radio. Luego quiso saber Murray si Scollo se conocía con Miguel Di Pasqua y la respuesta fue que sí, que eran amigos y que Scollo solía concurrir a la casa de la familia Di Pasqua.
«Cacho» Di Pasqua además mencionó sus entrevistas con el comisario Roberto Guerrina, a cargo de la Comisaría de Baradero y con el intendente de aquellos años, Luis Emilio Jeanmaire, en busca del paradero de su hermano. El comisario Guerrina negó tener conocimiento de los hechos, mientras que Jeanmaire le aconsejó abandonar la búsqueda y que dejara de hacer preguntas ya que, de otro modo, quien se ponía en riesgo era él mismo. Ante una nueva pregunta, subrayó que tomó esa advertencia no como una amenaza sino como un gesto amistoso.
Al terminar la declaración de Di Pasqua, un intenso y prolongado aplauso inundó la sala y la enorme emoción del relato se había trasladado a muchos de los presentes.
Nota: El Diario de Baradero
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