En un atardecer tórrido en que febrero se arrastraba para llegar a su fin, tomé el camino costero que se extiende más allá del club de Regatas. Ese que recorren otro tipo de personas de los que lo hacen entre el puerto y la rotonda.

Por el contrario los que se adentran en el polvoriento camino que une el club de pesca casi con la alcoholera tienen otro perfil. Más agreste, más aventurero, pescan, acampan como sea, se aguantan los mosquitos ,se embarran. Otras inquietudes. Sienten otras cosas.
La diversidad es maravillosa y nuestra costa la ofrece.Para todos los gustos.
Pasando el Tiro Federal ,donde el río se ensancha en esa curva que regala un cuadro del Mejor Pintor, comencé a llenar mi retina con imágenes de un cielo que parecía una obra de Christo.


Si aún viviera y lo hubiera visto, hubiese sido una gran fuente de inspiración para tan grande artista.
El sol se iba poniendo y reflejaba los últimos rayos de un sábado agobiante, sobre grupos de nubes de increíbles formas y tamaños.
Tan bello era el panorama que sólo conduje despacio para una mejor contemplación.
No quise detenerme para tomar fotos. Dejar de mirar era perder un segundo de belleza.A esa hora del día cada instante es una imagen imperdible.Hasta que el disco de fuego termina de irse buscando otras latitudes.

Cayó la noche.
La aventura fue otra.

Comencé a trepar la barranca por un sinuoso y empinado camino .Agreste .Los viejos eucaliptos lo enmarcaban por la izquierda ,otra fronda indescriptible ,quizás casuarinas, lo flanqueaban por la derecha.

Siniestra y diestra.

Dos frondas. Dos luces. Dos paisajes sólo separados por un camino que la penumbra convirtió casi en un túnel de sombras.

Y así volví a otra noche de sábado en Baradero.
Igual a todas pero diferente para mí.
Yo había contemplado la obra de Christo.

 

Christo Javacheff – Artista plastico Búlgaro.

Liliana Gramacioli.

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