
La reciente decisión del gobierno de Javier Milei de cerrar el Instituto Nacional del Cáncer (INC) y traspasar sus funciones al Ministerio de Salud ha generado una oleada de críticas. Según las autoridades, esta medida se enmarca dentro de una reestructuración por duplicidad de tareas en el Estado, con el argumento de optimizar recursos. Sin embargo, al analizar la situación con mayor detenimiento, surgen preguntas inquietantes sobre los verdaderos efectos de esta decisión sobre la salud pública y la atención de los pacientes oncológicos.
El Instituto Nacional del Cáncer ha sido una de las principales instituciones en la lucha contra el cáncer en Argentina, brindando atención de calidad y recursos especializados a miles de pacientes. El cierre de esta institución, sin duda, podría afectar la atención a los más vulnerables, aquellos que dependen de un sistema público que les brinde tratamiento especializado. Aunque el gobierno sostiene que «no afectará la continuidad de ningún programa», las palabras no son suficientes para calmar las preocupaciones de quienes temen que el reemplazo por parte del Ministerio de Salud no sea tan efectivo ni eficiente como el modelo especializado que había sido previamente establecido.
Uno de los principales problemas de esta reestructuración es la falta de claridad sobre cómo el Ministerio de Salud manejará la carga de trabajo del INC. El argumento de la duplicidad de funciones podría tener cierta validez si se tratara de una estructura más eficiente, pero la realidad es que los sistemas de salud públicos a menudo están saturados, con largas listas de espera y falta de recursos. La absorción de un instituto especializado por una entidad generalista podría resultar en una menor calidad en los servicios, ya que los esfuerzos y el presupuesto destinados al cáncer podrían diluirse en una cantidad mucho mayor de necesidades de salud.
Además, la desaparición de un instituto como el INC representa un retroceso en la especialización médica en un área tan crítica como el cáncer. El tratamiento de esta enfermedad requiere no solo de personal altamente capacitado, sino de una infraestructura de vanguardia y programas de investigación dedicados. Al desintegrar esta unidad, se corre el riesgo de debilitar la lucha contra el cáncer en Argentina, un flagelo que sigue siendo una de las principales causas de muerte en el país.
Este tipo de decisiones, en el marco de un gobierno que busca aplicar medidas de «austeridad» y «restructuración», parecen centrarse más en recortar gastos que en garantizar el bienestar de la población. Es cierto que hay que optimizar el gasto público, pero hacerlo a costa de la salud de los argentinos no es el camino adecuado. Los recortes deben ser inteligentes y no afectar áreas tan sensibles como la atención oncológica, que necesita de un compromiso continuo y sólido.
La falta de un plan claro de transición, y la desconfianza que generan las promesas gubernamentales de que «nada cambiará», dejan a la ciudadanía con la sensación de que se están tomando decisiones apresuradas sin el suficiente análisis ni consulta con los expertos en salud. En un tema tan serio como el cáncer, no hay lugar para la improvisación ni para medidas que busquen simplemente hacer ajustes superficiales en la administración pública.
El cierre del INC y su absorción por parte del Ministerio de Salud debe ser un llamado de atención. Si bien las intenciones del gobierno pueden ser de mejorar la eficiencia del Estado, el impacto sobre la salud de la población no debe ser subestimado. Es imperativo que se garantice que, lejos de perjudicar a los pacientes oncológicos, esta reestructuración se traduzca en un fortalecimiento real de la atención médica, con más recursos, no menos, y con un compromiso inquebrantable con la salud pública.
En definitiva, las palabras no serán suficientes si no se acompañan de medidas concretas que demuestren que esta reestructuración no afectará negativamente a quienes más lo necesitan. La lucha contra el cáncer no debe ser vista como una «duplicidad de tareas», sino como una prioridad nacional.
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