El escritor e investigador argentino Federico Jeanmaire se define como un «fabuloso amante del Quijote, un odioso de la serie Lost y un escritor renacentista, a quien no le gusta describir». Dice que terminó con sus novelas autobiográficas y se dedicó a crear una historia ficticia sin saber adónde lo llevaría después del quinto párrafo. Como a un lector. Tampoco sabía que se convertiría en un éxito: su última novela Más liviano que el aire ya lleva 6.000 ejemplares vendidos en apenas un mes y medio.
Todo esto lo contó frente a medio centener de personas en la primera charla de su gira por la Costa Atlántica para presentar la novela. Fue el jueves, en el teatro municipal De La Torre de Pinamar, junto al periodista Diego Erlan y el locutor Juan Alberto Badía, a quien, dijo, admiraba desde chico: «Lo escuchaba por la radio todas las noches antes de irme a dormir. Es una alegría enorme que estés aquí conmigo», le agradeció.
Más liviano que el aire, editada por Clarín-Alfaguara, fue la ganadora del Premio Clarín 2009. El jurado estuvo integrado por el Nobel José Saramago -en su carácter de Presidente Honorario-, la novelista y periodista española Rosa Montero, el escritor Juan Cruz Ruiz, también español, y el narrador argentino Pablo de Santis. El Premio Clarín de Novela ya está consolidado como uno de los certámenes literarios de habla hispana de mayor convocatoria.
Erlan y Badía lo ayudaron a entrar en confianza con el público. Y Jeanmaire, nacido y criado en Baradero, se soltó. Pese a que prefirió no hablar de la relación con su madre, contó que aprendió a leer y a escribir a los cuatro o cinco años -no lo recuerda con exactitud, se guía por lo que dice su familia- para seducir a su padre: «El se lo pasaba leyendo y no hablaba. Yo pensaba que si aprendía a escribir lo iba a conquistar. Y así fue: un día le pasé un papel con algo que escribí y me subió a caballito. Eso no lo olvidé».
Jeanmaire asegura que su nuevo libro es de fácil lectura. Le gusta trabajar a partir del habla. Para él, lo coloquial no significa banal, tonto o simple. Su consejo es justamente empezar a escribir sin prejuicios. Tampoco considera que en su novela haya ausencia de imágenes por prescindir de la descripción. Como agudo lector de Cervantes, dijo que el Quijote es un ejemplo de la falta de descripción e incluso de repeticiones sobre esas breves descripciones.
Lo importante para él es «crear un espacio lúdico y artístico que se preste a la multiplicidad de lecturas, donde lo verosímil no sea lo más importante». Contó que su amigo Eduardo Raspo, director de cine, le dijo «¿Y si el chico, Santi, no existe?». Jeanmaire no lo había pensando porque para él sí existe, pero se quedó fascinado con ese «extremo de lectura».
Una mujer, que había empezado a leer Más liviano que al aire el día anterior, le preguntó si Santi, uno de los dos personajes de la novela, tendría una voz propia en algún momento. A eso se refería con las distintas lecturas que se podían hacer de un mismo libro. «Busco que haya una voz masculina contemporánea, porque hasta ahora sólo eran voces femeninas que irrumpían como objeto social», dijo.
El escritor contó que hace pocos días recibió un mail de la actriz Hilda Bernard, de 89 años. Le escribió que se había comunicado con la dramaturga Gabriela Izcovich, pidiéndole que adaptara su novela porque quiere protagonizarla antes de morirse. «Fue una de las cosas más lindas que me pasaron».
La gira de Jeanmaire, una de las voces más particulares de la narrativa argentina actual, seguirá en el teatro del Hotel Casino de Mar del Plata el próximo jueves 28, a las 19.
Por: Guillermina De Domini
www.clarin.com.ar
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