Por Agustina Carreras – Las mujeres, con garra y dedicación, lograron hacerse un lugar en el Rugby más allá de los obstáculos negativos por los que atravesaron.
Hace tan sólo 30 se constituyó el primer equipo de rugby femenino. Seguramente, esa poca cantidad de años jugando se debe a los prejuicios que tuvieron que sufrir –y que lamentablemente todavía sufren- para poder simplemente jugar este gran deporte.
Gimnasia Esgrima de Ituzaingó y Alumni fueron los equipos que formaron parte del primer partido jugado el 25 de noviembre de 1985, bajo la organización de Rodolfo Pichi Ruffo. Los equipos mencionados anteriormente estaban conformados en su mayoría por esposas y hermanas de jugadores.
Esa ilusión de las mujeres se fue desmoronando. La revista “Un caño” publicó que eso sucedió debido a que pretendían hacer “negocios” con las jugadoras, por ese motivo desapareció por 11 años. En 1996 volvieron a jugar después de una constante lucha, y la pasión creció aún más, tanto que actualmente el rugby femenino ocupa un lugar importante en lo que es el deporte y tiene trascendencia en muchas ciudades de nuestro país.
Y Baradero cayó en ese entusiasmo que se genera principalmente por el sentimiento de un grupo de personas con ganas y perseverancia para hacerlo crecer, y principalmente por las mujeres, que le ponen muchísima entrega.
Los que sacaron adelante el innovador rugby femenino en la ciudad fueron Marcos Rabellino y Emanuel Hunziker (profesores) y Martín Bertschi (coordinador) que más allá de los prejuicios sociales que todavía existen, le dieron la oportunidad de entrenar y aprender a las chicas interesadas en el club que desarrolla el deporte, Tiro Federal.
Antes estaban Los Escorpiones, ahora se sumaron Las Escorpionas, y eso demuestra claramente que el deporte no consta de géneros, sino de un grupo de humanos que sienten AMOR POR EL RUGBY y trabajan para hacerlo crecer.
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