Toda amenaza es repudiable. Quienes trabajamos en periodismo estamos acostumbrados a los llamados telefónicos, gritos, y otras tantas maneras utilizadas para intentar amedrentarnos en nuestro trabajo diario. Pero todo tiene un límite. Cuando la amenaza involucra a alguien inocente como un niño, es repugnante. Y no resiste ningún tipo de análisis: solo el repudio. El más absoluto repudio.
Y esto es lo que produce la carta manuscrita que recibió el periodista Mariano Liberatti, donde amenazan con secuestrar a su pequeña hija sino deja de hablar sobre el tema del hospital.
Los tiempos preelectorales ponen nerviosos a muchos y siempre hay un alcahuete que por quedar bien con el jefe es capaz de cualquier cosa, pero si a esto le sumamos un grave problema social del que poco se habla y que es la impunidad con que se manejan algunos, gracias a la justicia ineficiente que tenemos en el país, estamos ante circunstancias lamentables.
Máxime cuando transitamos tiempos donde los ciudadanos que aportan como testigos en causas por delitos de lesa humanidad y que debieron ser protegidos por amenazas, quedan abandonados y deben enfrentar todo tipo de atropello por parte de los imputados.
Tiempos donde los delincuentes que tomaron rehenes y se tirotearon con la policía recobran la libertad y delinquen en menos de 24 hs. empuñando un revolver de alto calibre en cada mano y donde lo que les sucede a los ciudadanos esta tan distante de lo que se vive en los tribunales o fiscalías.
No hay mucho más que agregar, solo repudiar enérgicamente la amenaza que recibió Liberatti, y que todo quede en una desafortunada y poco feliz idea de alguien que no midió las consecuencias de la gravedad de un mensaje de este tenor.
Desde aquí nuestro más enérgico repudio al hecho y nuestra solidaridad hacia el periodista y su flia.
Comentarios de Facebook