nuclear

Tepco, la compañía, encargada de la gestión de la central de Fukushima, confirmó un daño del 70% en las barras de combustible del reactor 1, y del 33% en el reactor 2. La empresa teme que se haya provocado una fusión parcial del núcleo, lo que supondría la emisión de nuevas partículas radiactivas a la atmósfera

Según informó la agencia nipona Kyodo, en la mañana del miércoles un incendio se desató en el reactor 4, donde según la agencia de seguridad nuclear local dos trabajadores se encuentran desaparecidos y el techo del reactor está agrietado luego de la explosión ocurrida el martes. La entidad no identificó a los trabajadores que faltaban, pero señaló que estaban en el área de turbina del reactor 4 en la planta nuclear de Fukushima. Si bien el incendio se encontraba «controlado», los operarios continúan rociando con ácido bórico (un retardante de la llama) el reactor.

 Tepco abandonó el plan de usar helicópteros para arrojar agua sobre el reactor 4, con el objetivo de refrigerarlo, por el impacto que tendría la radiación en los pilotos. La temperatura interna subió a niveles alarmantes, y es el único con problemas que no puede ser refrigerado con agua de mar desde cerca por motivos técnicos ya que una explosión dejó agujeros en una pared, así como en el tejado de la edificación.

 El Institute for Science and International Security aseguró que el incidente en la central de Fukushima alcanzó el nivel 7, mientras que para la Unión Europea se trata de un «apocalipsis». En tanto, el canciller japonés Takeaki Matsumoto admitió que la radiación liberada «puede afectar la salud».

 La situación «ha empeorado considerablemente», aseguró el Institute for Science and International Security, de los Estados Unidos, y sostuvo que «el accidente ya no puede ser considerado como un accidente de nivel 4 en la escala INES (Escala Internacional de Sucesos Nucleares y Radiológicos), que clasifica los accidentes de 1 a 7».

Teniendo en cuenta que el nivel 4 «sólo implica consecuencias radiológicas locales», los expertos aseguraron que «la crisis actual está más cerca de un nivel 6, que por desgracia puede llegar a un nivel 7», el peor de los escenarios por las consecuencias que traería para la salud y el medio ambiente.

«La comunidad internacional debe incrementar la ayuda a Japón para contener la emergencia en el reactor y hacer frente a la contaminación en el ambiente», agrega y concluye: «Tenemos que encontrar una solución juntos».

 La situación en ese reactor es la más preocupante ya que, según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), su vasija de contención primaria puede haber resultado dañada. En caso de ceder, podría ocurrir una fuga radiactiva parcial o total.

 Mientras tanto, el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger, aseguró ante una comisión del Parlamento Europeo en Bruselas que «se habla de apocalipsis» y consideró que «es un término particularmente bien escogido», pues «prácticamente todo está fuera de control». «No excluimos lo peor en las próximas horas y días», agregó.

Previamente, había anunciado que los países de la UE decidieron aplicar controles de resistencia a sus centrales nucleares, tras una reunión extraordinaria con representantes de gobiernos, autoridades nacionales de seguridad nuclear y de la industria del sector, para sacar las lecciones de lo sucedido en Fukushima.

Como si con la crisis nuclear Japón no tuviera ya demasiado, el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS) informó, en un relevamiento detallado de cada una de las réplicas que se generan en la isla, que se registraron más de 450. En las últimas 19 horas (entre las 01.35 y 20.14 GMT) hubo 46 temblores, tres de los cuáles tuvieron magnitud 6 o mayor. El menor fue de 4,5.

 

El canciller nipón sostuvo que «la situación sigue siendo difícil». «Hacemos todo lo posible para solucionar el problema», agregó Matsumoto, antes de precisar que su gobierno informó a la OIEA, a la que pidieron que «envíe un equipo técnico».

 El primer ministro japonés, Naoto Kan, había anunciado antes en Japón que el nivel de radiactividad había «aumentado considerablemente» en la central nuclear de Fukushima 1. Además, reprendió a los ejecutivos de Tepco por no haberle informado inmediatamente la última explosión de un reactor en Fukushima. Según la agencia Kyodo, les preguntó: «¿Qué demonios está pasando?». «La televisión informó de una explosión, pero durante una hora no se ha dicho nada a la oficina del primer ministro», añadió.

 Las autoridades niponas ordenaron a la compañía que no permita la salida de sus empleados de las instalaciones. En el lugar, se encuentran 50 operarios trabajando en la central. Tienen la obligación de refrigerar las piscinas de los reactores.

 Trascendió que el gobernador de Fukushima, Yuhei Sato, llamó a Kan para manifestarle que «el miedo y el enfado de los habitantes de la prefectura están llegando a un límite», informó El País.

 Al mismo tiempo, los periodistas de los principales medios alemanes iniciaron un lento pero persistente éxodo de la capital japonesa, asolada por los primeros indicios de radiación. Luego le siguieron los diplomáticos, quienes en algunos casos decidieron trasladar sus sedes a ciudades alejadas de la catástrofe.

 El éxodo coincidió con un fuerte sismo de magnitud 6 se produjo el martes al suroeste de Tokio, donde los edificios temblaron. El epicentro se situó en la provincia de Shizuoka, unos 120 km al suroeste de la capital japonesa, y cerca del monte Fuji, zona en la que se sintió más fuertemente el temblor de tierra, indicó la Agencia de Meteorología japonesa. El hipocentro se situó a solamente 10 kilómetros de profundidad, precisó la agencia.

 Desde el viernes, la central de Fukushima 1, situada a sólo 250 kilómetros de Tokio, la megalópolis más importante del mundo con 35 millones de habitantes, suma nuevos accidentes. Tras el sismo de magnitud 9.0, los sistemas de enfriamiento fallaron en tres de los seis reactores de la central construida en los años 70 con tecnología francesa, a lo que se sumó una explosión de hidrógeno que provocó el incendio en el reactor 4.

 Por otra parte, el Ministerio de Exteriores de Austria decidió trasladar su embajada en Japón desde Tokio a Osaka, ante el aumento de los niveles de radiación atómica en la capital nipona en las últimas horas. «Hemos decido trasladar la embajada de forma temporal a Osaka, donde ya hay un consulado», explicó a Efe el portavoz de Exteriores, Peter Launsky-Tieffenthal.

 Los niveles de radiación han aumentado en amplias zonas de Japón, incluida la capital, donde se han detectado pequeñas cantidades de sustancias radiactivas como cesio, aunque el gobierno metropolitano insiste en que todavía no suponen un riesgo para la salud.

 En tanto, el jefe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), Nobuo Tanaka, se mostró preocupado por las consecuencias que tendría una catástrofe nuclear en el apoyo de esa energía como fuente alternativa. «Si bien entiendo la reacción pública, estoy preocupado por el efecto que esto podría tener en la defensa de esta tecnología, considerando su papel importante para alcanzar tanto una fuente segura como una economía que no dependa del carbón», señaló.

Infobae.com

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