Contaminación acuática: los peces consumen nuestros medicamentos
Feminización, cambios de comportamiento y alteraciones en la reproducción: cómo los anticonceptivos, antidepresivos y otros fármacos contaminan el agua y ponen en riesgo la vida bajo la superficie.
Según un informe de la OCDE, alrededor de 2.000 ingredientes farmacéuticos activos se administran en todo el mundo en medicamentos recetados, de venta libre y veterinarios. Los fármacos son utilizados en grandes cantidades y variedad, siendo, por supuesto, muy beneficiosos y necesarios para la salud humana, animal y para la producción de alimentos, sin hablar del impacto de la industria farmacéutica en la economía mundial.
Sin embargo, un área en la que nos falta un entendimiento mayor es lo que sucede cuando estos productos se vierten al ambiente.
¿Cómo llega un medicamento al río?
A nivel mundial, la ruta principal de los productos farmacéuticos humanos al medio acuático es a través de la descarga de aguas residuales tratadas o no tratadas de los hogares.
Los desechos que generamos, ya sean gaseosos, líquidos o sólidos, se disponen de diversas formas en el ambiente circundante. En particular, los efluentes cloacales recogen lo que excretamos, incluyendo los metabolitos de los fármacos que consumimos, y se vierten, tratados o no, en los cuerpos de agua superficiales cercanos, que, paradójicamente, luego pueden servir como fuente de agua potable tras un proceso de tratamiento.
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Pero las sustancias químicas de los medicamentos provienen no sólo de las excreciones humanas, sino también de las industrias farmacéuticas y los hospitales a través de sus descargas de aguas residuales.
La agricultura y acuicultura también son fuentes de emisión de este tipo de sustancias farmacológicas como hormonas y otros medicamentos inyectados a aves de corral, ganado vacuno y peces; antibióticos añadidos al alimento; y escorrentía de estiércol.
Existen estudios que analizaron las rutas de excreción de 212 fármacos llegando a la conclusión de que un 64% de cada uno se excreta vía urinaria y un 35% vía heces.
El aporte de cada fuente de emisión varía según las regiones y el tipo de producto farmacéutico.
Tratamientos que no tratan
Ahora vos podrás decirme, ¿no se supone que las plantas de tratamiento existen justamente para filtrar estos tipos de sustancias antes de que lleguen a un cuerpo de agua? Y la respuesta es sí, pero los científicos vienen alertando sobre el hecho de que las plantas de tratamiento de aguas residuales convencionales no son capaces de eliminar muchos de los fármacos que llegan a ellas, porque están diseñadas para remover fundamentalmente fosfatos y nitratos. Por lo tanto, la mayoría de las plantas de tratamiento actuales no son capaces de eliminar eficazmente los microcontaminantes, como los productos farmacéuticos.
Contaminantes emergentes
Recién en las últimas décadas se comenzó a investigar y prestar atención al impacto de los fármacos en el ambiente. Por este motivo, representan una nueva clase de contaminantes llamados emergentes que aún no se hallan regulados, o de forma muy escasa, debido al desconocimiento de sus efectos.
Este grupo de contaminantes comprende una amplia gama de compuestos químicos, productos farmacéuticos, productos de cuidado personal, plastificantes y aditivos industriales, que no están incluidos en el monitoreo actual de programas de tratamiento de aguas.
Según un estudio del Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Cuba, los fármacos más comúnmente encontrados en el ambiente son: antibióticos, hormonas sintéticas, antiinflamatorios, analgésicos, neurofármacos como tranquilizantes y antidepresivos y productos de quimioterapia.
Peces con crisis de identidad
En Inglaterra, hace 30 años atrás, unos pescadores deportivos notaron que ejemplares de peces de la familia de la carpa tenían tanto tejido testicular como ovárico, condición que se conoce como “intersex”.
Posteriormente, una gran cantidad de estudios confirmaron que los peces expuestos a efluentes cloacales desarrollaban alteraciones en determinadas funciones asociadas con la reproducción.
El proceso de feminización hallado fue atribuido directamente a la presencia de estrógenos en el ambiente productos de la excreción. Fundamentalmente se encontró el principio activo de las pastillas anticonceptivas, que posee mayor potencia biológica que los estrógenos naturales. Algunos de los efectos reportados son: inhibición del crecimiento y la reproducción en peces y anfibios, cambios morfológicos, feminización y mortalidad.
Estos daños aparecen incluso en presencia de muy pequeñas concentraciones de estos compuestos. En muchos casos, los organismos acuáticos resultan expuestos a bajas concentraciones de forma continua durante todo su ciclo de vida.
Un número creciente de estudios vinculan la exposición a los antidepresivos con alteraciones del comportamiento en los peces, incluidos cambios en el éxito del apareamiento, la agresión, la reducción de la interacción social, la eficiencia de la búsqueda de alimento, la dispersión y la migración. Al estar menos sensibles al estrés se vuelven más vulnerables a los depredadores.
Estas interacciones ecológicas alteradas pueden afectar la estructura de la red alimentaria y las funciones del ecosistema.
Ojo con la resistencia microbiana
Por otro lado, el ibuprofeno, diclofenac, naproxeno y el ácido acetilsalicílico, que son productos ampliamente usados a nivel mundial, ejercen un efecto inhibidor (crecimiento, movilidad) sobre determinadas funciones en vertebrados (no mamíferos) e invertebrados.
Estas sustancias pueden llegar a alcanzar las aguas subterráneas y contaminar los acuíferos o bien quedar retenidas en el suelo y acumularse pudiendo afectar al ecosistema y a los humanos a través de la cadena trófica.
Además, antibióticos como penicilina y tetraciclinas causan resistencia en patógenos bacterianos. El uso excesivo y la descarga de antibióticos en cuerpos de agua exacerba el problema de la resistencia a los antimicrobianos, declarada por la Organización Mundial de la Salud como una crisis de salud global urgente.
¿Y por Argentina cómo andamos?
Científicos del CONICET junto a la Universidad Nacional de La Plata analizaron estuarios del Río de la Plata y lagunas pampeanas y observaron que en el 100% de las descargas cloacales estudiadas se detectó la presencia de productos farmacéuticos. Los compuestos más prevalentes fueron: cafeína, ibuprofeno, carbamazepina, atenolol y diclofenac. Según los expertos estos resultados fueron los esperados teniendo en cuenta la información aportada previamente por las farmacias privadas y hospitales respecto a los volúmenes de comercialización/consumo locales.
Todos los estudios que mencionamos muestran evidencias concretas de que los fármacos en los efluentes cloacales representan un riesgo para los ecosistemas acuáticos y que los peces o cualquier otra grupo animal que tenga un ciclo de vida acuático, resultan un blanco sensible a la acción de las hormonas o medicamentos presentes en esos efluentes.
El conocimiento actual sobre la ecotoxicidad de los medicamentos es insuficiente. Poco se conoce sobre los efectos que a largo plazo los fármacos pudieran provocar. Por eso es muy importante plantear la implementación y actualización de tecnologías adecuadas para la remoción de estos contaminantes antes que lleguen al ambiente. Si bien aún no suponen un riesgo inmediato para humanos, están siendo incorporados a listados en estándares de calidad de agua de bebida.
Es necesario incrementar el conocimiento sobre esta nueva generación de contaminantes emergentes para mejorar los mecanismos de tratamiento del agua, con el fin de garantizar una calidad idónea y sin efectos para la salud humana y los organismos acuáticos.
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