Hernán es un joven profesor en Letras por la Universidad de Rosario y elaboró una semblanza sobre la “perrita” Luna, la labradora rescatista, es decir una de las perras que trabajó en el rescate posterior a la tremebunda tragedia de Rosario.
Esa perrita que fue regalada por sus originarios dueños por “destrozona” ya que destruía todas las plantas del jardín. Sin embargo, alguien pudo ver en ella unas potencialidades prodigiosas. Una buena reflexión acerca de la importancia decisiva de la educación, el cariño y la dedicación, aun en casos de los mal llamados “seres inferiores”.
Cuando Luna no era Luna
Por Hernán Federico
Los perros poseen ciertas facultades innatas (capacidad olfativa, discriminación de sonidos, velocidad, persistencia e intuición) que los tornan indispensables al momento de rastrear personas perdidas y/o sepultadas. Asimismo, su temperamento lúdico, aspecto esencial para llevar adelante el adiestramiento, y su afecto hacia los seres humanos lo convierten no sólo en herramienta fundamental para posibilitar el hallazgo
y rescate de personas, sino también, muchas veces, en el compañero ideal y sostén psicológico de los implicados en dichas tareas. Los profesionales nos dicen esto, y el corazón nos dice mucho más.
«En estos días, todo el viento del mundo sopla en tu dirección», canta Silvio Rodríguez, y nos parece que hoy hace referencia a Rosario y a tanto dolor. Sus versos nos sirven para hablar, por ejemplo, de Luna, la perra de raza labrador que forma parte de la Brigada Canina del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Paraná, que desde el martes 6 participó de las tareas de rescate llevadas adelante entre los escombros del edificio que
colapsó en la ciudad de Rosario, tras una explosión producto de un escape de gas. En todos estos días, la Argentina entera se asombró, por un lado, de la catarata solidaria que inundó la ciudad del siniestro, y por otro, de la capacidad de Luna, verdadera brújula de los rescatistas (ya que se encarga de direccionar las búsquedas de las personas atrapadas bajo los escombros) y última esperanza de los familiares de las víctimas.
La vida de Luna es una historia que merece ser contada. Un adelanto: Jorge Vallejos, jefe del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Paraná y padre de Tomás, el adiestrador de la perra, recuerda que fueron los reiterados destrozos de plantas los que motivaron que los dueños originarios regalen a la cachorra. En ese momento, una palabra, sólo una palabra, que cambia la historia, mejora el mundo, salva vidas: el simple y decidido «Dámela» de su hijo, apuesta concreta por la futura Luna, con una confianza casi
premonitoria. Los resultados del posterior adiestramiento se observan hoy: como la especialidad que desarrolló Luna, en la restitución de los cuerpos hallados a las familias de las víctimas, permitiéndoles velar dignamente y despedir a sus seres queridos, ayudando así en el proceso de duelo.
Alguien, en un momento determinado, ese momento en que Luna aún no era Luna sino una simple cachorra destrozona y molesta, ese momento en que la mayoría renuncia, escapa al problema, mira para vaya uno a saber dónde, justo en ese momento, ese alguien apostó por ella, por el cariño y la dedicación. Una simple anécdota que quizá pueda permitirnos reflexionar no sólo sobre la importancia del esfuerzo, el trabajo y la adquisición de conocimientos (educación, instrucción, adiestramiento) sino también sobre las posibilidades de cambio y mejora en todos los seres.
Mientras tanto, en medio de escenas solidarias que se repiten y generan sentimientos difíciles de explicar, rodeada de un silencio que estremece, en el Boulevard Oroño más triste de la historia, Luna va, y con ella Nur, Coby, Luisi, Kimbo, Lola… y seguirán yendo siempre en nuestras memorias. Y por suerte, en muchos, muchísimos lugares, mucha, muchísima gente seguirá teniendo la palabra justa en el momento justo, y así, de a poco, en medio de tanto dolor asoma un pequeño esbozo de tranquilidad, porque sabemos que muchos continúan apostando por la vida.
Enviado por Amalia Beatriz Dellamea
Centro de Divulgación Científica – FFyB – UBA
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