
Eugenio Vera se desempeñó en varios trabajos: en su juventud hizo tareas rurales, y al inicio de la década del 60 fue despachante de combustible en la recordada estación de servicio, parador, restorán y hotel “Achalay”, ubicado a la altura del kilómetro 140 de la Ruta Nacional Nº 9. Aunque la vida pareció ensañarse con él, Vera jamás dejó de ser una persona con buen humor, de rápida risa y con algún simpático relato siempre a flor de labios. Cuando eran novedad las camperas de cuero, entró a un comercio en busca de una porque la necesitaba para “irse al sur”; cuando el vendedor le preguntó si se iba a Comodoro Rivadavia, Vera contestó: “no, a La Bellaca”. Cabe aclarar que La Bellaca es un paraje situado al sur de nuestro partido, a escasos kilómetros de Comodoro Rivadavia.
Cuando se inauguró uno de los primeros semáforos de la ciudad, Vera trabajaba en la estación de San Martín y Genoud, y desde allí observó que algunos conductores no respetaban la luz roja. Por esos años el semáforo era una verdadera rareza, y por supuesto el tránsito no tenía la intensidad de hoy. Sin embargo, cierto día Vera apareció en su trabajo provisto de un silbato, y cada vez que alguien no respetaba la señal luminosa lo hacía sonar con fuerza; los infractores, sorprendidos, llegaban a detenerse, estacionar y bajarse para atenerse a las consecuencias de la infracción que, claro está, era inexistente. La satisfacción de Eugenio, sin embargo, era verdadera: de soslayo y reteniendo una carcajada, observaba a la distancia las consecuencias de utilizar un silbato en el momento justo.
Hecho este comentario, volvamos a lo acontecido en “Achalay”. Cuando se produjo una recordada huelga del transporte de combustibles, que dejó sin naftas a casi todas las estaciones del país, se adoptó una decisión que a partir de entonces se hizo costumbre y hasta hoy se mantiene: cruzar las mangueras de los surtidores indicando así la falta de combustible. Eso evitaba, sobre todo en las rutas, que los eventuales clientes se detuvieran a cargar donde no había.
A pesar de esto, en “Achalay” un automovilista se detuvo pretendiendo que se le cargara nafta a su auto. Paró el rodado junto al surtidor, descendió de él y quedó a la espera de que lo atendieran. Vera estaba a unos metros de distancia, sentado en la casilla de resguardo de los empleados, y desde allí observó al cliente que, advirtiendo su presencia, le hizo señas para que se aproximara. De viva voz, Vera le preguntó: “¿qué andás buscando?”; la respuesta fue: “¡común!”, y entonces Vera dijo: “com ún pelotudo paraste, ¿no ves que no hay nafta?”.
Gabirel Moretti
Comentarios de Facebook