
Todo baraderense conoce al doctor Julio Argentino Bitar, “El Chango”, médico santiagueño que formó su familia en Baradero y, desde entonces, adoptó esta tierra como definitiva. Los méritos de Bitar como ser humano son muchos, pero sólo diremos que nunca dejó de asistir a quien se lo solicitara sin tener en cuenta la cuestión monetaria. Quizás su carácter bondadoso se debe a su crianza en un pueblo pequeño, Villa Unión, dentro de una sufrida provincia, y en especial por ser hijo de inmigrantes que amaban nuestra tierra (muestra de ello es su nombre, elegido por sus padres al haber nacido un 9 de Julio).
Entre tantas historias que tienen al doctor Bitar como protagonista, elegimos la siguiente: en cierta ocasión, “El Chango” asistía a una anciana que vivía sus últimos días; la visitaba en su cama de enferma con frecuencia y así comprobaba su deterioro físico. Por eso no le resultó extraño que, un día cualquiera, la familia lo llamara para comprobar la defunción de la mujer y extender el correspondiente certificado. El doctor Bitar llegó a la vivienda y le bastó asomarse a la puerta del dormitorio para comprobar la muerte de la mujer; acto seguido, extendió el certificado.
Pasadas unas horas, un hijo de la fallecida acudió al domicilio del doctor Bitar y le dijo: “mi mamá se movió en el cajón, ¿usted está seguro de su muerte?”; “El Chango” repasó la situación y recordó que no había tomado el pulso ni registrado fehacientemente el fallecimiento con ningún otro método, por lo cual le entraron dudas. De inmediato se dirigió al velatorio, y en cuanto llegó hizo desalojar el lugar por completo. Luego se acercó al féretro para examinar el cuerpo frío de la mujer, con claras evidencias de “rigor mortis”. Aliviado, salió de la sala velatoria y les dijo a quienes aguardaban la noticia: “la señora está muerta… pueden seguir con el velatorio”.
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