
Los hermanos Rubén y Aníbal Orqueida fueron sumamente conocidos y populares en Alsina, tanto por ser incansables trabajadores como por su bondad y su despojo de todo mal sentimiento.
Se desempeñaron toda su vida como trabajadores rurales en distintas estancias de la zona; “Ito” era el más destacado y protagonista de mil anécdotas alsineras ya que, a diferencia de su hermano, era extrovertido. Al igual que muchos de su generación y oficio, “Ito” nunca fue a la escuela y, cosa rara, ni siquiera conocía los números o su valor; en consecuencia no sabía usar el dinero, a tal punto que, fallecido, sus familiares hallaron bajo su cama una bolsa de algodón, de las que se usaban para envasar harina, repleta de monedas y billetes fuera de circulación.
Durante años “Ito” fue el protagonista obligado de las más conocidas anécdotas del pueblo. Cuando le preguntaban qué edad tenía, invariablemente respondía: “saque la cuenta, soy del 15”. Y fallecido su padre, cuando el cura pronunciaba la oración póstuma se
asegura que al escuchar al sacerdote decir: “en el nombre del padre” contestó rompiendo el silencio con un “Bonifacio Orqueida”.
También fue empleado en la estancia “La Magdalena”, donde cierta vez discutía acaloradamente con un compañero acerca de una zanja que el patrón, don “Tingo” Padrós, había mandado excavar. Uno de los enfrentados en la porfía decía que la orden era cavar una zanja de 50 centímetros de ancho, mientras que “Ito” señalaba tozudamente que no era esa la indicación, y cuando después de varias idas y venidas por fin el otro le preguntó qué
era lo que había escuchado, “Ito” dijo: “no eran 50 centímetros, medio metro dijo el patrón”.
Y fue en la misma estancia donde, durante la década del 60, sucedió lo siguiente: una prolongada sequía provocó el agotamiento de los pastos destinados a la alimentación de los animales vacunos del establecimiento; en la estancia había algunas hectáreas destinadas a monte frutal, y en razón de la sombra que esos frutales arrojaban todavía quedaba algo de pastoreo entre los árboles, razón por la que el patrón decidió enviar 50 vacas a alimentarse con los pastos de ese lugar. Ver las vacas en el monte resultó algo intolerable para los peones, que tomaron la decisión patronal como un despropósito, y así lo estaban comentando entre ellos cuando llegó “Ito” al que hicieron partícipe de la controversia de esta manera: “ ‘Ito’, ¿no te parece una locura la del patrón de largar 50 vacas a pastorear adentro del monte?”, a lo que el consultado respondió: “pero claro hombre, hubiera mandado 35.000, 45.000”.
Gabriel Moretti
Comentarios de Facebook