
El peón Tavernier era de origen francés como varios en nuestra ciudad, producto en parte de la inmigración suiza que trajo a varios ciudadanos de los cantones helvéticos franceses hasta Baradero. En cierto momento, el peón andaba buscando trabajo y se enteró de que el propietario de un campito necesitaba un trabajador.
Tavernier decidió entonces ofrecerse para el trabajo, aunque es preciso aclarar que lo hizo con ciertas aprehensiones. ¿El motivo? El propietario era bien conocido por ser un pijotero. Por eso, en la entrevista la primera pregunta que hizo fue cuánto era la paga; a plata de hoy diremos que el empleador ofreció unos 15.000 pesos; es posible que Tavernier pensara que la suma era escasa, pero tal vez otros aportes propios de las tareas compensarían el exiguo monto ofrecido, así que hizo otra pregunta: ¿cómo y cuál sería el trabajo?; el propietario respondió que las tareas serían de lunes a lunes, empezando con la salida del sol y culminando a su puesta, o sea de sol a sol y todos los días; resignado, Tavernier dijo ta´bien, pero el propietario prosiguió: el trabajo consistiría en arar, sembrar, cuidar y también, llegado el punto, cosechar los sembrados; otra vez, por toda respuesta Tavernier dijo ta´bien. Entusiasmado, el oferente se animó a tensar la cuerda y le dijo que por supuesto además tendría que ocuparse de atender a los animales, vacas y equinos, mantenerlos en buen estado, darles agua y comida; Tavenier repitió su respuesta, por lo que el propietario agregó que, cuando lloviera, para no perder el día, debería ir al galpón y revisar los aperos y, ya que estaba, hacerle un mantenimiento, también coser alguna puntada salida y revisar el correaje; una vez más, el peón contestó ta’ bien.
Así las cosas, el propietario decidió ir a fondo y le preguntó cuándo estaría listo para empezar; Tavernier dijo: no diga, no me conviene el trabajo; un encolerizado propietario entonces contestó: “pero si no te conviene, ¿por qué a cada propuesta me fuiste diciendo ta,’ bien?” La respuesta del peón fue contundente: “es que ta´ bien pa’ usté don, pa mí no”.
Gabriel Moretti
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