La Iglesia Católica de Francia acaba de declarar que la recuperación de un artesano afectado de invalidez es un prodigio divino. Serge François peregrinó hasta la célebre gruta y volvió restablecido
El milagro tuvo lugar, en realidad, en 2002, en este santuario del sur de Francia. Sin embargo, sólo fue oficialmente reconocido ahora porque la Iglesia ha establecido un largo y riguroso procedimiento de verificación.
Monseñor Emmanuel Delmas, médico de formación y obispo de Angers, la ciudad donde reside el inválido sanado, fue el encargado de notificar la decisión: «Esta curación puede considerarse una donación personal de Dios para ese hombre, un acto de gracia y una señal del Cristo Salvador».
François había perdido prácticamente la movilidad de su pierna izquierda por complicaciones quirúrgicas (fibrosis) ligadas a dos operaciones. En abril de 2002, se desplazó hasta Lourdes, donde rezó, bebió de una de las fuentes cercanas a la gruta y, tras sentir «un dolor fulgurante» en la pierna, empezó a notar calor en esa extremidad que «estaba siempre fría y que de pronto se calentó». Estaba curado.
El santuario indica que los médicos que examinaron al hombre posteriormente constataron que esa curación fue «súbita y completa a nivel funcional, sin relación con alguna terapia particular y mantenida hasta la actualidad, ocho años después».
Pocos milagros, entre miles de casos «inexplicables»
Tras su curación, François hasta pudo recorrer a pie el Camino de Santiago de Compostela en su totalidad: ¡1.570 kilómetros! Además, se dedica a rezar por otros enfermos, como agradecimiento por haber sido elegido «entre tantos otros que sufren».
Antes del milagro, necesitaba inyecciones regulares de una mezcla a base de morfina para atenuar un poco el dolor constante que padecía. Pero aquel 12 de abril, hace 8 años, su vida cambió.
Lourdes es uno de los principales centros de peregrinación mariana del mundo, con cerca de seis millones de visitantes anuales. Según el diario Le Figaro, se reconocen allí, cada año, una media de 40 curaciones «inexplicables a nivel científico». No todas ellas serán consideradas «milagros».
El de Serge François es apenas el número 68 que ha tenido lugar en Lourdes, en más de 150 años de existencia del santuario. El último, reconocido en 2005, concernía a Anna Santaniello, una siciliana. Previamente, en 1999, fue el de otro francés, Jean-Pierre Bély. Desde las apariciones de la Virgen en 1858, sólo el 1% de las 7000 declaraciones de curaciones fueron reconocidas como «milagrosas».
La Iglesia Católica se mantiene muy prudente en este aspecto. El obispo de Lourdes, Monseñor Jacques Perrier, dice que «las apariciones de la Virgen no necesitan de curaciones para ser autentificadas». A fin de subrayar esto, el procedimiento para reconocer las curaciones fue modificado en el año 2006. Serge François es el primer caso admitido con el nuevo sistema.
En el plano médico, se verifica tanto el diagnóstico del enfermo como la eficacia de los tratamientos modernos. En lo teológico, se admite el reconocimiento de «curaciones inexplicadas por la ciencia», sin necesariamente hablar de «milagro». «De este modo, dice Monseñor Perrier, hemos salido al fin de la lógica binaria, milagro o no milagro», lo que «permite considerar múltiples curaciones que caían en el olvido». Se señalan cerca de cuarenta por año en Lourdes.
François se siente feliz por su curación y, a la vez, siente escrúpulos por la suerte que ha tenido. Eso lo lleva a redoblar su dedicación a otros enfermos. Las verificaciones médicas fueron duras. «Me tendieron todo tipo de trampas», recuerda, pero después de eso no les quedó más remedio a los médicos que admitir que, en su caso, hubo un antes y un después.
Vino luego la revisión teológica, a cargo del obispo de Angers. «Para mí, dice Monseñor Delmas, no hay duda. Hubiera podido usar la palabra milagro. Todo está ahí para decirlo pero me parecía un poco presuntuoso. Si hablo del carácter notable de la curación, indicando sin ambigüedad su fuente, es por respeto a lo sucedido, que nos supera a todos».
Cómo se certifica un milagro
La Iglesia Católica no puede pronunciarse teológicamente sobre un hecho como éste sin el aval de un profesional de la salud. En el propio santuario de Lourdes existe una oficina de constataciones médicas, dirigida desde hace dos años por el doctor Allessandro de Franciscis, un pediatra ítaloamericano de 56 años, diplomado en Nápoles, Roma y Harvard. Él recibe las declaraciones de quienes sostienen haber sido objeto de estos fenómenos. En el año 2009, se presentaron 38 casos y 33 en el 2010.
Una de las misiones de la oficina de constataciones médicas es descartar «toda impostura, simulación o sugestión». Con ese fin, se verifican todos los documentos de la historia clínica previa de la persona e incluso se realizan exámenes complementarios. Además de eso, se deja pasar tiempo para garantizar «la permanencia de la curación, es decir, que sea completa y estable, sin secuelas» y certificar que la misma era «improbable».
Luego de esta primera etapa, llamada de «curación constatada», empieza otra: la de la «curación confirmada». Para ello, se presenta el caso al Comité Médico Internacional de Lourdes que se reúne una vez al año. Le sigue un interrogatorio del paciente y un nuevo examen del legajo médico. En esta etapa, hasta puede solicitarse la opinión de un consultor externo. Toda «patología histérica o delirante», frecuentes en este tipo de fenómenos, debe ser descartada en esta etapa. Una vez hechas estas nuevas verificaciones, el comité considera el caso como «médicamente respaldado». Entonces, otra comisión, diocesana, presidida por el obispo de la persona curada, examina los aspectos espirituales de la curación.
Una vez completado esto, la Iglesia acepta reconocer públicamente la curación. Es lo que acaba de suceder con Serge François y lo que permite hablar de milagro en estricto sentido canónico. Es decir, según los criterios establecidos en el siglo XVIII por el cardenal Lambertini.
Infobae.com
Crédito foto: Jean-Christophe MARMARA/Le Figaro
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