Con ocasión del término de su servicio como administrador parroquial de San Antonio de Padua, de Ingeniero Maschwitz, donde estuvo 7 años, el presbítero Rafael Carli, de la Congregación de la Misión de los “Padres Lazaristas, o Vicentinos” recibió el pasado fin de semana la medalla Pro Ecclesia et Pontifice de manos del Obispo de Zárate-Campana, Oscar Sarlinga, quien además presidió la eucaristíacelebrada en el templo parroquial previamente a la ceremonia decolación.Concelebraron y estuvieron presentes en la ceremonia el R.P. Juan Carlos Gatti, CM (Visitador provincial de  dicho instituto religioso), monseñor Edgardo Galuppo (vicario general), el presbítero Agustín Arévalo y diversos sacerdotes vicentinos.El R. P. Carli  ya había sido nombrado hace algunos meses como superior responsable de la casa religiosa de la congregación en Belén de Escobar.El Obispo destacó en la homilía las cualidades pastorales del padre Carli e hizo referencia expresa a la gracia que tuvo de haber sido el cura párroco y rector de la Basílica de Nuestra Señora de Luján cuando el entonces Papa Juan Pablo II visitó por primera vez la Argentina, en 1982.El Padre Carli, concluido su servicio en Luján, pasó a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en Buenos Aires, y luego a la diócesis de Zárate-Campana, donde se desempeñó en parroquias de las ciudades de Belén de Escobar, Baradero e Ingeniero Maschwitz.En cuanto a la concecoración pontificia, una de las más significativas del Vaticano, le ha sido concedida por su labor misionera, pastoral y su espíritu sacerdotal y fidelidad a la IIglesia.La Cruz Pro Ecclesia et Pontifice fue instituida por León XIII en julio de 1888, en la celebración de sus cincuenta años de ordenación sacerdotal. Premia la fidelidad a la Iglesia y el servicio a la comunidad eclesial.En época de León XIII, consistía en una cruz octogonal con la flor de lis y con la imagen de dicho Papa, rodeada por la frase «Leo XIII p.m. anno X» (año diez de su pontificado). En el reverso figuraban los emblemas papales y el lema «pro Deo et pontifice».El Papa Pablo VI la reformó, y la transformó en la medalla que hoy se conoce, con la efigie de los Apóstoles Pedro y Pablo, y la cinta con los colores pontificios.

Carli y Sarlinga, en la misa celebrada en Maschwitz.

En ocasión del término de su servicio como administrador parroquial de San Antonio de Padua, de Ingeniero Maschwitz, donde estuvo 7 años, el presbítero Rafael Carli, de la Congregación de la Misión de los “Padres Lazaristas, o Vicentinos” recibió el pasado fin de semana la medalla Pro Ecclesia et Pontifice de manos del Obispo de Zárate-Campana, Oscar Sarlinga, quien además presidió la eucaristía celebrada en el templo parroquial previamente a la ceremonia de colación.

Concelebraron y estuvieron presentes en la ceremonia el R.P. Juan Carlos Gatti, CM (Visitador provincial de  dicho instituto religioso), monseñor Edgardo Galuppo (vicario general), el presbítero Agustín Arévalo y diversos sacerdotes vicentinos.

El Obispo destacó en la homilía las cualidades pastorales del padre Carli e hizo referencia expresa a la gracia que tuvo de haber sido el cura párroco y rector de la Basílica de Nuestra Señora de Luján cuando el entonces Papa Juan Pablo II visitó por primera vez la Argentina, en 1982.

El Padre Carli, concluido su servicio en Luján, pasó a Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, en Buenos Aires, y luego a la diócesis de Zárate-Campana, donde se desempeñó en parroquias de las ciudades de Belén de Escobar, Baradero e Ingeniero Maschwitz.

El R. P. Carli  ya había sido nombrado hace algunos meses como superior responsable de la casa religiosa de la congregación en Belén de Escobar.

En cuanto a la concecoración pontificia, una de las más significativas del Vaticano, le ha sido concedida por su labor misionera, pastoral y su espíritu sacerdotal y fidelidad a la Iglesia.

Premio a la fidelidad

La Cruz Pro Ecclesia et Pontifice fue instituida por León XIII en julio de 1888, en la celebración de sus cincuenta años de ordenación sacerdotal. Premia la fidelidad a la Iglesia y el servicio a la comunidad eclesial.

En época de León XIII, consistía en una cruz octogonal con la flor de lis y con la imagen de dicho Papa, rodeada por la frase «Leo XIII p.m. anno X» (año diez de su pontificado). En el reverso figuraban los emblemas papales y el lema «pro Deo et pontifice».

El Papa Pablo VI la reformó, y la transformó en la medalla que hoy se conoce, con la efigie de los Apóstoles Pedro y Pablo, y la cinta con los colores pontificios.

Fuente: El Día de Escobar

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