El Secretario de Derechos Humanos expresa su profundo dolor por la trágica decisión de Virginia Ogando de poner fin a su vida. Vicky era hija de padres detenidos desaparecidos que tenía tres años cuando el secuestro de su madre Stella Maris Montesano de Ogando, embarazada de ocho meses, de la que hay constancias de que estuvo secuestrada en el Centro Clandestino Pozo de Banfield.
Virginia Ogando, a pesar de su voluntad de hacer y de su compromiso militante, no pudo superar las profundas secuelas traumáticas de su historia personal, teniendo en cuenta el horror inimaginable a que fueron sometidos quienes fueron detenidos-desaparecidos, y el no hallazgo del hermano que buscó afanosamente.
Ni el afecto de su abuela y demás familiares, compañeros y amigos, ni la asistencia psicológica, pudieron en su caso contra las huellas imborrables de aquel descenso a los infiernos del terrorismo de Estado. Su muerte es también un crimen imputable a los genocidas.
El siguiente escrito fue publicado en mayo del 2010 por Virginia en su blog, www.virginiaogandobuscasuhermano.org
Y siento que mañana está cada vez más cerca de ayer…
Querido Hermano:
Me viene a la mente aquella frase de Galeano que dice «Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.» ¿Y sabes que? siento que ese mañana nuestro se aproxima.
En estos días, en ocasión de los festejos por el bicentenario, fui viendo los distintos eventos que se llevaban a cabo en Buenos Aires y me fui deteniendo, con particular interés en algunos, entre los que me llamaron la atención me detuvo la serie de canciones que conformaban el homenaje al rock nacional e inevitablemente, el tránsito que por ese derrotero se llevó a cabo me condujo al recuerdo de papá y mamá, los imaginé entonces jóvenes, alegres, esperanzados, asistiendo a marchas, actos o simplemente disfrutando de esos temas tan ricos en sus letras y me sentí transportada en el tiempo y los ví, y los oí cantar ese himno que es «La balsa», subiéndose a la locura de partir hacia la búsqueda de un mundo mejor, yendo a naufragar.
Y, por esas cosas que tiene la magia del pensamiento, al ver tanta y tanta gente festejando, me vi y nos vi, cantando entre esa multitud, y sentí que estaba junto a vos alegre y feliz y que, como consecuencia de tanta memoria acumulada, aquel naufragio se había transformado en dulce reencuentro.
Como me gustó mucho y sintiendo que, de alguna manera, habla de nosotros, te incluyo en esta carta el pensamiento que a mi amigo José le generó la actuación de Los Olimareños cuando cantaban «Hasta siempre Comandante». La copie de su perfil de Facebook y dice así:
«Y entonces… revivió de repente aquel tiempo de ideales compartidos, de sueños de un futuro de igualdades, de tanta palabra, canto y poesía proclamando una nueva era, y la tormenta se disipó, el río Olimar se hizo canción y una entrañable transparencia se hizo consistente presencia a través de 30.000 ausencias que, por un breve y mágico momento, reaparecieron, cobijadas en un manto de miles de pañuelos blancos cruzados por un cielo empecinadamente azul, y 400 esperanzas de reencuentro se percibieron un poco mas cercanas.»
Creeme que cada una de estas cartas que escribo me provoca una profunda emoción y que resulta imposible evitar que las lágrimas bañen la costa de mis ojos, cuando las releo o cuando las comparto con los seres que más amo, pero no son lágrimas de dolor, ¡son de esperanza!, esa empecinada esperanza que me provoca la certeza de que pronto nos vamos a reunir en un abrazo cada vez más impostergable.
Te quiere mucho
Tu hermana Virginia.
Poema: www.virginiaogandobuscasuhermano.org
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